lunes, 9 de marzo de 2015

The Mechanical, de Ian Tregillis

Banda sonora de la reseña: Sugiero leer esta reseña escuchando A la Claire Fontaine en la versión de Les Petits Minous (Spotify, YouTube). 

Debo confesar que no sabía muy bien qué esperar de The Mechanical, la nueva novela de Ian Tregillis. La sinopsis, que habla de alquimia y autómatas, ciertamente era interesante. Pero también lo era la de Bitter Seeds y luego el libro no me gustó demasiado (mi reseña). Afortunadamente, me decidí a darle una oportunidad y resultó que mis temores estaban completamente infundados. The Mechanical es una novela excelente en prácticamente todos sus aspectos y la recomiendo sin reservas.

La primera cosa que llama la atención en el libro es su atractivo y sólido world-building. La acción se desarrolla en 1926, pero en un mundo que es muy diferente del nuestro. En el siglo XVII, Huygens desarrolló una técnica alquímica para construir hombres mecánicos y eso ha posibilitado que los Países Bajos sean el imperio dominante en el mundo, tras vencer a Francia con su casi invencible ejército de autómatas (o Clakkers, como son llamados habitualmente). Así, The Mechanical es parte historia alternativa, parte clockworkpunk, parte fantasía histórica. Pero eso es apenas el comienzo.

The Mechanical es, sobre y a pesar de sus muchas y muy entretenidas escenas de acción, un libro profundamente filosófico. Los Clakkers son, en virtud de su naturaleza alquímica, esclavos de sus amos humanos. Si no obedecen las órdenes que reciben, experimentan un dolor insoportable. Pero eso no es todo. También se ven obligados a proteger a los humanos de todo daño y, si es posible, proteger también su integridad física (¿he oído a alguien decir "Las tres leyes de la robótica, de Asimov"?). La parte más interesante es que estas leyes no son fijas, sino que interactúan unas con otras e incluso pueden ser modificadas, "programadas" en cierto sentido, por El Gremio, los constructores de autómatas y guardianes de los secretos de la alquimia. Esto da lugar a una interesante jerarquía que abarca reglas con distintas prioridades, como se ejemplifica en los siguientes párrafos:
The hot ache of multiple geasa smoldered in his soul. At base, the slow, steady background throb of the hierarchical metageas, a constant reminder that he served many masters. In concert with that, filling out the lowest registers of discomfort, came dozens of generic geasa, those that only came to the fore in unusual or emergency circumstances. Layered atop these came the specifics of Jax’s circumstances. [...]
The clashing imperatives of the various Schoonraads’ orders – cruelly emphasized through an uncouth invocation of the Clakker’s true name – did not generate a true paradox owing to the hierarchical metageasa implanted in every mechanical servant. However, the urgency of her demand had worsened the tremendous pressure under which Jax had already been laboring. Jax officially belonged to the Throne, and thus the queen’s wishes, or those of her direct representatives, always took precendence. After that, the terms of his ninety-nine-year lease made him beholden to the leaseholder, presumably Pieter Schoonraad. After that, Jax served other members of the family in descending order of seniority. And then, like any Clakker, he was compelled to serve humans and humanity in general. 
Este estupendo escenario es usado por Tregillis para explorar el tema central de la novela: la libertad. Por un lado, la falta de libre albedrío de los mecánicos es un espejo en el que podemos estudiar nuestro comportamiento y nuestras motivaciones como seres humanos. Creencias religiosas, interesas políticos, lujuria, amor, avaricia... Estos y muchos otros factores influyen en las acciones de los personajes de la novela y limitan su libertad de elección. La pregunta obvia es: ¿somos tan diferentes de los hombres mecánicos? ¿Son ellos tan diferentes de nosotros? Tregillis se acerca a estos problemas desde distintas perspectivas: de lo puramente filosófico a lo más prosaico; de las implicaciones sobre la posibilidad de la existencia del alma a las consecuencias en el orden social.

Por otro lado, la libertad (o su ausencia) es uno de los motores de la trama. Es irónico que la principal preocupación de los holandeses, a pesar de su rechazo calvinista del libre albedrío, sea precisamente que los Clakkers puedan, en ciertas circunstancias, librarse de su programación y sus ataduras alquímicas, y convertirse en renegados. La novela gira en torno a la posibilidad de que los Clakkers sean autónomos. Los mecánicos sueñan con liberarse de sus amos; los franceses conspiran para explotar esa debilidad y recuperar su imperio perdido; los holandeses intentan evitar que los secretos de la naturaleza de los seres mecánicos caigan en las manos de los franceses. Todo esto se mezcla en una fantástica trama llena de traiciones, espionaje, persecuciones e intrigas políticas.

Pero la ambientación y la trama no son las únicas virtudes de The Mechanical. Los personajes son simplemente extraordinarios. Jax, el valiente hombre mecánico, a través del cual descubriremos el mundo de los Clakkers y su esclavitud. Visser, el espía francés, un sacerdote católico perfectamente caracterizado, con constante sentimiento de culpa y todo. Y, por encima de todos ellos, Berenice, la malhablada vizcondesa, uno de los personajes más adorables que he leído en mucho tiempo. Porque, ¿cómo no vas a amar a alguien capaz de jurar con tanta creatividad como en "Jesus blood-spattered Christ's gaping necrotic wounds" o en "You greasy shit stain on a diseased elk's warty asshole"?

Los diálogos de Berenice son inteligentes y están llenos de momentos graciosos y, de hecho, toda la novela destila un maravilloso sentido del humor. Por ejemplo, vuelve a ser bastante irónico que en el mundo del libro Huygens sea una reverenciada figura científica mientras que casi nadie conoce a Isaac Newton pese a que, históricamente (en nuestra Historia real, quiero decir), Newton y no Huygens se embarcara en quimeras alquímicas. Resulta imposible, además, evitar una sonrisa al leer cómo Tregillis responde de forma sumamente inteligente algunas de las preguntas que el lector puede hacerse sobre la adscripción de la novela a ciertos subgéneros. ¿Os preguntabais si The Mechanical es steampunk? Mirad:
She passed the hulking boilers of dormant steam-powered harpoons. It was an intriguing concept, to be sure, but not very practical. Fighting mechanical demons with an oversized teakettle? [...] Unless somebody devised a better martial application, or a way to turn it into a lucrative trade with the Orient, steam power seemed destined for the scrap heap of technological curiosities 
Hmmm, va a ser que no. ¿Y una ucronía?
Visser saw not a single Clakker on the streets around the docking mast. It was as though he'd stepped into an alternate 1926 where Huygen's grand experiment had failed.
Y así es como se despeja la duda, de una vez y para siempre.

La prosa de Tregillis no sólo es inteligente, sino también rica y llena de metáforas. Cada personaje tiene su propia y muy reconocible voz y el uso de arcaísmos y términos holandeses y franceses es perfecto. La habilidad del autor para crear una atmósfera con unas pocas palabras ya era evidente en Bitter Seeds, pero aquí su prosa está mucho más pulida y fluye mucho más y su control del ritmo también es notablemente superior. Tregillis ha crecido indiscutiblemente como escritor y eso se nota.

Como podéis ver, hay muchísimas cosas buenas en The Mechanical. Sin embargo, la novela tiene también algunos problemas menores. Por ejemplo, un par de giros de la trama son demasiado predecibles y ciertas decisiones de los protagonistas, especialmente en un momento crucial, son cuestionables. Además, uno de los personajes principales desaparece inexplicablemente durante la mayor parte de los últimos capítulos del libro. Y, hablando de personajes, creo que la novela podría haber mejorado con la inclusión de un punto de vista desde dentro del Gremio de Alquimistas. Anastasia Bell, un personaje estupendo, habría sido una opción perfecta y yo, desde luego, no me habría quejado si hubiera aparecido más.

En cualquier caso, la lectura de The Mechanical es un auténtico placer. La ambientación es sólida y creíble; la trama, interesante e intrigante; los personajes son totalmente tridimensionales y es muy fácil identificarse con ellos. Recomiendo totalmente leer esta novela, que creo que va a ser uno de los libros más importantes en un año que ya está dando muestras de que va a ser excelente. Por mi parte, espero que la siguiente entrega de esta serie llegue cuanto antes.

Nota: He tenido el placer de compartir la lectura de esta novela con Leticia Lara, del estupendo blog Fantástica-Ficción, cuya reseña se publica simultáneamente con esta y podéis leer aquí.

(You can also read this review in English/También puedes leer esta reseña en inglés)

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