lunes, 5 de marzo de 2018

Pablo Bueno reseña La armadura de la luz, de Javier Miró

Pablo Bueno nos trae hoy la reseña de una novela de fantasía épica publicada por Minotauro y que está dando bastante que hablar: La armadura de la luz, de Javier Miró. ¡Espero que os guste!

Banda sonora de la reseña: Pablo sugiere leer esta reseña escuchando The Chosen Ones, de Dream Evil (YouTube, Spotify)

Seguro que, a estas alturas, el nombre de Javier Miró le sonará ya a muchos. No en vano es fundador y director de la web Libros Prohibidos, responsable, entre otras muchas cosas, de los Premios Baskerville. También dirige Autorquía, donde asesora a nuevos escritores. Por si fuera poco, Javier tiene su propio canal de Youtube. A este abultado currículum dentro del ámbito literario hay que añadir, como no podía ser de otro modo, dos novelas publicadas, entre las que se encuentra la que hoy nos trae aquí.

La armadura de la luz tiene uno de esos comienzos descontextualizados que tanto nos gustan en las novelas de fantasía épica y que sirven para darnos unas pinceladas mitológicas que mezclan lo legendario con la propia especulación del lector acerca de la parte que pudiera o no ser realidad de todo ello. Generalmente, estas dudas se mantienen en este tipo de libros hasta que se producen las revelaciones pertinentes en la trama. Es en este prólogo, en todo caso, en el que comprendemos el origen de la armadura de la luz y su contrapartida, la de la oscuridad, en una suerte de Ying-yang que ya ha quedado como un estándar del equilibrio en muchas novelas de este corte.

El autor se centra pronto en varios personajes para ir desenvolviendo la trama, especialmente en el dúo que forman Jax e Iviqi, mercenario maduro y de vuelta de muchas cosas por un lado y joven y alocada aprendiz de espadachín formada en un circo por la otra. Sin embargo, y aunque la historia volverá de forma reiterada hacia esta última, pronto nos encontraremos con un grupo de personajes más o menos amplio y, desde luego, muy variado.

Pero, en mi opinión, el protagonista indiscutible de la novela es la propia historia, si me permiten la redundancia: Javier logra con una escritura clara, un tono ligero, jocoso e incluso con frecuentes toques de humor y expresiones coloquiales que La armadura de la luz resulte muy amena y fácil de leer. No suele detenerse demasiado la acción para ahondar en la psicología de los personajes. De hecho, me ha parecido sorprendente la rapidez con la que han volado las casi quinientas páginas de este libro. Es más, mencionábamos al principio la épica, pero en ocasiones me ha parecido más una novela de espada y brujería por la inmediatez y la cercanía de la trama, que evita perderse en disquisiciones morales o requiebros del argumento. 

Algo tiene que ver también el curioso trabajo de worldbuilding que ha planificado el autor: en esta novela no encontraremos el mapa habitual; la mitología se esboza en apenas unas cuantas páginas, y eso juntando todas las ocasiones en las que se trata; la historia de algunos de los territorios apenas se menciona de pasada, si es que llega a tratarse. De este modo, se nos muestra lo justo para entender la trascendencia de los acontecimientos que tienen lugar. No ocurre lo mismo con las descripciones, que si bien se presentan con la claridad ya mencionada y huyen de los frecuentes barroquismos de la épica clásica, en ocasiones resultan un poco repetitivas, añadiendo sinónimos y metáforas a lo ya dicho. Otra cuestión a mencionar en este punto es la cantidad de facciones que se dan cita en esta historia, haciéndonos dudar a menudo acerca de quiénes son los buenos, los malos, o si las relaciones entre todos ellos son, quizá, más complejas de lo que parecen en un primer momento.

Relacionado con esto, decíamos anteriormente que La armadura de la luz cuenta con un numeroso reparto y quiero mencionar un par de casos que me han resultado especialmente curiosos. Entre todos los personajes me ha gustado especialmente el de Sergivs, que en un principio parece el arquetipo de bardo alegre y rompecorazones, pero que pronto muestra detalles que nos hacen pensar que hay algo más tras esa fachada. Aunque se trata de un personaje que no tiene demasiado protagonismo, algunas de las intervenciones posteriores harán que nos resulte incluso más interesante y misterioso. Tengo que decir que me he quedado con ganas de saber mucho más de él, que podía habérsele sacado mucho más jugo.

Por otra parte está Adaveia, la prometida de uno de los personajes con más intervenciones de la novela, el noble e insoportable Haslor. A nivel funcional, Adaveia parece servir únicamente para aportar otro punto de vista sobre Haslor y describirnos mucho mejor su carácter mezquino, aunque el propio noble ya habla en primera persona y da cuenta de lo que siente y piensa, también de ella, dejándonos por tanto poco margen de dudas. En esta ocasión he sentido constantemente que el personaje de Adaveia iba a explotar en algún momento con algún giro potente, pero lo cierto es que se queda también algo desaprovechado para la tensión que llega a acumular.

No podría terminar esta reseña sin mencionar ese saborcillo a juego de rol que muestra en algunos momentos La armadura de la luz. Por tener, tiene hasta su propia Dungeon, uno de los pasajes más divertidos y que más expectación crean de la novela. Pero también he pensado en las clases e incluso en el alineamiento de los personajes mientras la leía. Detalles, en fin, que me han hecho asomar la sonrisa en más de un momento con algo de nostalgia, la verdad.

En definitiva, estamos ante una novela increíblemente ligera para su extensión, que creo que es, precisamente, su principal virtud: una lectura ágil y divertida que se devora con una rapidez sorprendente.

1 comentario:

  1. Hace tiempo que ronda mis estanterías y no me termino de animar a sacarlo del estante. Tomo nota de lectura ágil y ligera, con divertimento y algo de fundamento. Perfecta para épocas veraniegas quizás :)

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