lunes, 2 de diciembre de 2013

The Living (El vivo), de Anna Starobinets

Banda sonora de la reseña: Sugiero leer esta reseña escuchando Another Brick in the Wall Pt. 2 de Pink Floyd (Spotify, Youtube)

Cuenta la leyenda que en uno de los más recónditos rincones de la Siberia oriental se encuentra, abandonado y casi olvidado por todo el mundo, un búnker que guarda algunos de los documentos más secretos de la guerra fría. Si hemos de hacer caso a los rumores, entre ellos se encuentra uno con un título tan inquietante como interesante: "Cómo crear y mantener una distopía en diez sencillos pasos".

Fuentes que prefieren mantenerse en el anonimato me han facilitado un pequeño resumen de una copia de la transcripción de una conversación telefónica en la que se hablaba, de pasada, de los puntos principales del panfleto en cuestión. Tras un arduo proceso de anámnesis por el que logré rescatar del olvido mis escasos conocimientos del idioma ruso, me complace poder ofrecer mi interpretación libre del decálogo central del documento. Si es usted un aspirante a la dominación mundial, tome buena nota de estas diez reglas básicas: 
  1. Imponga un gobierno totalitario. Es el paso más obvio, pero uno de los fundamentales. Es importante asegurarse de que no haya ninguna forma de derrocar a la autoridad, aunque mantener una fachada en forma de votación democrática o similar (con resultado controlado, obviamente) puede resultar beneficioso a largo plazo.
  2. Propague una doctrina, mejor si es en forma de libro. El estudio de la misma será obligatorio desde la más tierna infancia y se fomentarán las actuaciones que contribuyan a su difusión y propagación. 
  3. Utilice profusamente la propaganda, preferentemente mediante frases cortas y pegadizas (mejor aún si son extraídas del libro del punto anterior). Estos slogans se repetirán continuamente en todas las comunicaciones gubernamentales y se instará a los ciudadanos a que los usen en su vida cotidiana siempre que puedan.
  4. Fomente la deshumanización y diluya el papel del individuo en la sociedad. Cualquier actividad grupal en la que se ensalcen los valores del régimen será favorecida y promovida por encima del resto. Por el contrario, ocupaciones fundamentalmente individuales (como leer o pensar) serán declaradas antisociales y contrarias al bien común.  
  5. Cree una rutina que todo el mundo deba seguir obligatoriamente, regulando estrictamente los tiempos de trabajo y de ocio. Reserve abundantes periodos para el estudio de la doctrina (punto 2) y para las actividades de socialización (punto 4). 
  6. Transforme todos los espacios en ambientes asépticos, empleando siempre líneas sencillas, colores como el blanco, el gris o el negro y materiales como el metal y el cristal. Cualquier tipo de adorno o rasgo que ensalce la individualidad (punto 4) está totalmente desaconsejado. Se recomienda también usar simbolismos sencillos (figuras geométricas básicas, a ser posible) y aprovechar cualquier espacio público para recordar las consignas del punto 3 mediante inscripciones o pancartas. 
  7. Use y abuse del eufemismo, es uno de sus mejores aliados. Recuerde: un ciudadano que piensa bien y habla bien, es un ciudadano que actúa bien
  8. Asegúrese de que sus ciudadanos tengan abundante pan y circo, de modo que acepten los horarios sugeridos (punto 5) de buen grado y no cuestionen las enseñanzas del régimen (punto 2). 
  9. Emplee la tecnología a su favor, para la vigilancia de los ciudadanos, por supuesto, pero también para proporcionarles diversiones (punto 8) e inculcar la doctrina (puntos 2 y 3). Es importante garantizar que esta tecnología sólo pueda ser usada para fines adecuados (punto 7) y que sea imposible su análisis o modificación.
  10. Canalice el descontento hacia un enemigo, real o imaginario. Una solución económica y elegante es localizar a aquellos ciudadanos que se desvíen de la rutina (punto 5) y responsabilizarlos de todo suceso incómodo o no previsto. Es más, algunas de las actividades programadas para el ocio pueden utilizarse para focalizar los sentimientos negativos de la población hacia estos individuos de conducta discordante. 
No sé si Anna Starobinets, dado su origen ruso, ha tenido en algún momento acceso a este (presunto) documento, pero lo que está claro es que en su estupenda novela The Living (El vivo en la edición en español que ha realizado Nevsky) ha sabido plasmar a la perfección estas diez consignas, consiguiendo recrear una distopía "de las de toda la vida" que, al mismo tiempo, resulta fresca y presenta aspectos novedosos.

En ese sentido, la obra de Starobinets tiene un regusto clásico que recuerda a algunas de las mejores obras del género (es imposible no pensar, por momentos, en 1984 o Un mundo feliz) pero consigue actualizar ciertos clichés con mucho más éxito que otras propuestas recientes (me viene a la mente, por ejemplo, El método de Juli Zeh). Así, el uso de la informática y las redes sociales como uno de los métodos tecnológicos de control y distracción de la población (puntos 8 y 9 del decálogo) tiene a la vez resonancias con obras clásicas (The Machine Stops, de E.M. Forster) y con la situación actual de nuestra sociedad.

Otro acierto de la novela es el aspecto formal, que en muchas partes refleja un lenguaje y una estructura procedentes, precisamente, de esas redes sociales. En algunos momentos puede resultar un tanto confuso (sobre todo en la parte inicial) especialmente porque Starobinets no se detiene casi en ningún momento a clarificar las tecnologías que entran en juego, pero también le aporta una marcada personalidad propia al libro.

La trama es, quizá, demasiado convencional y se apoya a veces excesivamente en lugares comunes del género de la distopía: el individuo que no encaja en el sistema, el miembro de los cuerpos de seguridad que comienza a dudar de sus convicciones, las partes oscuras y ocultas del régimen que de repente salen a la luz... Pero, en mi opinión, esto se redime en buena parte gracias a dos aspectos bastante destacables. Por un lado, el uso de una metáfora que por obvia no deja de ser tremendamente adecuada y que da lugar a algunas de las páginas más impactantes del libro. Por otro, un final ligeramente distinto a la habitual y que, sin embargo, encaja perfectamente con el resto de la historia.

En definitiva, aunque The Living no es una obra completamente redonda, es una novela muy recomendable que consigue englobar todos los elementos característicos de las distopías, actualizándolos y aportando algunas ideas nuevas. A mí, personalmente, me ha convencido lo suficiente como para otorgarle mi voto en la edición de este año de los Premios Ignotus por encima de novelas como La ciudad y la ciudad de China Miéville o Entre extraños de Jo Walton. No es poca cosa. Además, me ha dejado con muchas ganas de seguir profundizando en la obra de Anna Starobinets, que se me antoja de lo más interesante. Eso si sobrevivimos a la distopía en la vivimos actualmente, claro. 

Nota: El uso de un decálogo en esta reseña está inspirado por la maravillosa entrada que Félix García escribió para El almohadón de plumas analizando Los héroes de Joe Abercrombie

3 comentarios:

  1. Estaba esperando este comentario. Ver que la pones por encima de dos obras que me han encantado me motiva a leerla ¡ya! Gracias

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  2. Hola me gusta mucho tu reseña, yo, por mi parte ya leí el libro y tal como dices es una obra literaria muy interesante pero mi problema es que no entiendo el final, sé que es algo tonto preguntar por el final de un libro pero no entiendo qué sucede con Cero y el sistema El vivo, si fueran tan amables de explicarme le dejo mi correo: arizz18@live.com.mx

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    1. Lo leí hace tiempo y no lo recuerdo con total claridad pero creo que la idea es (SPOILER ALERT) que se "resetea" el sistema y todo vuelve a empezar.

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