Pablo Bueno nos ofrece hoy la reseña de Ahí abajo, entre raíces y huesos, la excelente novela corta de Seanan McGuire. ¡Espero que os guste!
Banda sonora de la reseña: Pablo sugiere leer esta reseña escuchando Taikatalvi, de Nightwish (Spotify, YouTube).
Después de una primera parte que disfruté muchísimo, Seanan Mcguire nos ofrece Ahí abajo, entre raíces y huesos. En este caso, la serie de los Niños Descarriados sitúa la acción antes de los hechos que conocimos en el libro previo, lo que nos permitirá conocer mucho mejor a dos de los personajes más importantes del mismo.
Recordemos que Cada corazón, un umbral comenzaba precisamente donde suelen terminar la mayoría de los cuentos: cuando la aventura acaba y el protagonista vuelve a casa. Desde esa perspectiva, la historia previa de los personajes resulta aún más interesante de lo habitual. Particularmente en el caso de Jack y Jill, estábamos deseando saber de dónde venían y todo lo que les había sucedido para cambiar tanto, así como los motivos que las trajeron de vuelta al mundo “real”.
Desde un punto de vista formal, la primera parte del libro constituye una introducción que fácilmente podría pertenecer a un drama realista sobre las familias, sobre cómo a menudo los anhelos de los padres se proyectan sobre los hijos, frenando, cuando no cercenando, sus propias aspiraciones y, lo que es peor, su potencial e incluso su estabilidad emocional.
Aun así, hasta para los que solo vayan buscando el componente fantástico resultará una parte interesante, sobre todo por la gran labor de contextualización que supone. Eso sí, cuando McGuire se remanga y nos lleva a Los Páramos, la historia se convierte en algo que dispara el interés y la capacidad de evocación un mil por ciento. Será allí donde veremos realmente el desarrollo de las dos hermanas y cómo el condicionamiento previo al que las habían sometido sus padres reaccionará de forma imprevisible. Todo ello, además, en un entorno que, no me canso de decirlo, nos deja con ganas de saber más. Las pocas pinceladas que McGuire traza sobran para llenar el lienzo, pero eso no quita para que nos quedemos con hambre de ver muchos más de sus cuadros.
Algo que también quiero destacar es el tipo de narración que nos plantea la autora. Aunque ya se daba en el primer libro de la serie, puede que, al ser mucho más coral, quedara difuminado y, por el mismo motivo, en esta ocasión es algo que está mucho más marcado. Me refiero a ese narrador omnisciente en tercera persona que nos muestra no solo los pensamientos y las motivaciones de los personajes, sino también acotaciones y alguna que otra reflexión de su propia cosecha. Creo que es una voz muy relacionada con la transmisión más habitual de los cuentos populares y que en este particular resulta, desde lo subjetivo, muy cálida y, desde lo objetivo, tremendamente bien imbricada y adecuada para el tipo de historia que tenemos entre manos.
Por último, es necesario reconocer el acierto de Runas al apostar por la novela corta y por la cuidada edición que viene caracterizándola. El formato es magnífico, desde la cubierta hasta la maquetación, con un tipo de letra agradable y cómoda de leer. La traducción, a cargo de María Pilar San Román, resulta fluida y natural. En esta ocasión, además, el libro viene acompañado de unas ilustraciones que le aportan incluso más valor.
En resumen, Ahí abajo, entre raíces y huesos es una continuación que supera a su predecesora. Se lee en un suspiro, cumple sobradamente las expectativas y te deja con una agradable sensación solo matizada por el regusto de querer saber más de esos Niños descarriados que conocimos en Cada corazón un umbral.
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