Pablo Bueno nos vuelve a ofrecer una de sus interesantísimas reseñas, en este caso de Delbaeth Rising: Camino de odio, la novela escrita a cuatro manos por Gonzalo Zalaya y Víctor Blanco. ¡Espero que os guste!
Banda sonora de la reseña: Pablo sugiere leer esta reseña escuchando The Last Angel's Call, de Rhapsody of Fire (Spotify, YouTube).
Siempre he valorado que un producto sea lo que promete
ser. En este sentido, y aunque simplifiquemos de un modo casi doloroso, los
libros no dejan de ser productos que se venden según unas promesas más o menos
explícitas. En el caso de Delbaeth Rising,
se trata de unas promesas muy claras: una historia de acción, ligera, llena de
violencia y con un antihéroe tan brutal como políticamente incorrecto. Y, desde
luego, todo lo que promete lo cumple, doy fe.
Antes de seguir con la reseña, quiero subrayar que me ha sorprendido muy gratamente la cohesión que consigue el texto, pese a tratarse de una obra escrita a cuatro manos. Me maravilla la capacidad (incomprensible, desde mi punto de vista) de trabajar de esta forma que tienen algunas personas, así que vaya desde aquí mi enhorabuena a sus autores y buenos amigos Víctor Blanco y Gonzalo Zalaya.
Delbaeth Rising nos presenta un escenario bien construido, con un mapa claro y conciso. Se trata de un mundo en el que la magia es conocida, aceptada y relativamente común; tanto como para verla en un espectáculo más o menos accesible para toda la población. Su tratamiento es, valga la redundancia, mágico: no tiene sistemas ni explicaciones más allá del aprendizaje que se requiere para que sus practicantes la usen.
Las distintas razas que pueblan El Reino también son conocidas y relativamente habituales, tanto para el lector, como para los pobladores de la historia. No obstante, hay que señalar que este punto contiene un cierto trasfondo de tensiones relacionadas con el racismo y el adoctrinamiento de la población bastante interesante.
La trama es bastante lineal, tal y como puede ser necesario en una lectura de evasión. No obstante, nos presenta un par de giros y de referencias al pasado del personaje principal que le aportan un misterioso trasfondo. También tiene un suculento aroma a esas partidas de rol que, según sus autores, dieron origen a Delbaeth y al mundo en el que vive. Pero hay algo que sí me ha sorprendido enormemente y es la cantidad de referencias externas que contiene esta novela. Me refiero a cuentos populares, a personajes y autores de los mismos e incluso a canciones infantiles. Estoy seguro de que alguno se me habrá pasado. De igual modo, no deja de intrigarme el hecho de no haber llegado a comprender del todo el sentido de otros.
Por último, quiero señalar también algo que ha hecho despertar en mí esa alegre parte psicópata que todos llevamos dentro: reconozco que soy muy particular con este tema concreto, pero, a menudo, cuando Delbaeth abría la boca me daban ganas de asesinarlo un poco. Con cariño y respeto, por supuesto, pero asesinarlo. Es cierto que se trata de un personaje violento, malhablado, medio loco, que se ha pasado toda la vida encerrado en una arena de gladiadores, pero es que suelta constantemente chascarrillos que a él le parecen “lo más” y “me raya” tener la vocecilla de un adolescente “pesao” “dándome la chapa” dentro de la cabeza cuando leo sus intervenciones.
Bromas aparte, creo que Delbaeth es una historia entretenida, muy divertida de
leer y, sobre todo, como sus autores prometen, llena de acción absolutamente
explícita.
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