Antonio Díaz, siempre atentísimo a las novedades interesantes, nos trae hoy la reseña de uno de los libros de los que más se está hablando en los últimos meses: Sea of Rust, de C. Robert Cargill. ¡Espero que os guste!
Banda sonora de la reseña: Antonio sugiere leer esta reseña escuchando New Heights in El Machino, de El Huervo, de la banda sonora del juego SteamWorld Dig 2 (YouTube)
C. Robert Cargill es un tejano que ha trabajado como reseñador en Ain’t It Cool, guionista de la película de terror Sinister y la superheroica Doctor Extraño y finalmente autor de dos novelas de fantasía urbana (Dreams and Shadows, publicado en castellano como Sueños y Sombras por Runas, y Queen of the Dark Things) ambientadas en la ciudad de Austin, donde reside. Se estrena en la ciencia ficción con Sea of Rust, una novela protagonizada por Brittle, un robot modelo Caregiver (una especie de auxiliar de enfermería o cuidador) que hace lo que puede para sobrevivir en un mundo postapocalíptico donde los humanos han desaparecido tras, ¡la robolución!
Sea of Rust está estructurada en dos líneas argumentales con capítulos intercalados. En una, Brittle narra su presente como merodeadora y habitante del Sea of Rust, una extensión de terreno baldía donde antes se encontraba el “rust belt” estadounidense. En la otra, se relata el inicio de las IAs y el declive y desaparición de la raza humana. No puedo sino destacar la pericia de Cargill para intercalar escenas de tensión y acción (en la línea presente) con infodumps y otras explicaciones (en la línea pasada). Hay un delicado equilibrio para mantener el interés del lector cuando se está en una persecución o en un combate y aparecen, de repente, varias páginas sobre la evolución de las leyes sobre la personalidad jurídica de los robots.
Cargill dibuja su futuro como un robo-western, corriente que está ganando adeptos por la facilidad en la que pueden mezclarse robots y mitología del oeste americano. Hay incluso varios personajes que parecen sacados directamente de los videojuegos Steamworld Dig o Steamworld Heist. Hay fanáticos de la antigua confederación americana, médicos huraños pero honestos, mercaderes de dudosa reputación, chicas de compañía, pistoleros rivales, y locos, locos y muchos más locos. Un tema que cobra mucha importancia en Sea of Rust es la ‘locura robótica’. Los habitantes artificiales del mundo de Cargill están constantemente en la búsqueda de partes, piezas y reemplazos que sean compatibles con ellos mismos, para poder ir sustituyendo las que se dañan o estropean. La obsolescencia, programada o no, es la principal motivación de los robots y define los modos de vida para muchos ellos. El problema de no sustituir una pieza a tiempo no es sólo que se te bloquee un brazo por carecer de un servo, sino la corrupción de tu memoria por el desgaste de tus discos, el procesado inadecuado de datos por errores en la RAM o incluso el sobrecalentamiento por un golpe en tu núcleo. Todos estos problemas hunden al robot lentamente en la locura, convirtiéndose en algo peligroso para él mismo y para los demás. Los robots que no encuentran piezas y empiezan a sufrir alucinaciones y enloquecer se les denomina ‘404’ y son expulsados al exterior de las ciudades y asentamientos.
Por lo anterior, los personajes de Sea of Rust tienen personalidades muy poderosas y definidas, muy en contraste con lo que uno esperaría de un robot (frío, calculador, metódico). Comentando este punto con mi buena amiga Leti Lara, de Fantástica Ficción, apuntó que no se le ocurría ninguna obra que tuviera un protagonista robot y no tuviera sentimientos, porque sería muy difícil (por no decir imposible) que el lector se identificara con él. La verdad es que lo estuve pensando un rato y no se me ocurrió ninguna para poder llevarle la contraria. En cualquier caso, no me parece mal en absoluto que las IAs de Cargill tengan sentimientos (podrían haber sido programadas así), y desde luego hace que te involucres mucho más en la lucha de la protagonista.
El estilo de Cargill en esta novela es muy preciso, y he de agradecerle que no se deleitase especialmente con las escenas de alucinaciones (que, con las oníricas, son lo que menos me suelen gustar de una novela). Las continuas reflexiones de Brittle sobre su naturaleza robótica, sobre las causas y los efectos de la desaparición de la raza humana y sus sentimientos sobre los otros robots que pueblan el Sea of Rust son de lo mejor del libro. Brittle es un personaje potente, con una voz clara y definida y llena de amargura y resignación por la vida que le ha tocado vivir.
No hay muchas pegas que pueda ponerle a esta novela (quizás que el final no me ha terminado de convencer, pero soy difícil de satisfacer en ese aspecto), pero sí que hay muchas cosas buenas que decir. Es un título que espero se traiga a España, porque es un punto de vista relativamente innovador en un aspecto del género trillado (la rebelión de las máquinas) y es emocionante y entretenido. Cargill entra de lleno en mi lista de autores a seguir y quiero ver con qué nos sorprende en la próxima ocasión.
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