Pablo Bueno nos ofrece hoy una reseña doble. Por un lado, Escatología de andar por casa, de Bandinnelli, y, por otro, Alan Smithee no salvó el mundo, de Sergi Álvarez, dos novelas que Pablo presentó conjuntamente en el pasado Festival Celsius 232, como podéis ver en el vídeo que publicamos este lunes.
¡Espero que os guste!
Hace unos días terminó la séptima edición del Festival Celsius de Avilés. Allí, entre otras muchas experiencias memorables (léase el encuentro con amistades, charlas y eventos muy interesantes propios y ajenos, placeres gastronómicos y un largo etcétera), tuve el honor de presentar una mesa sobre humor de género que tenía por protagonistas a los enormes Bandinnelli (@Bandinnelli) y Sergi Álvarez (@MURCIELAGOROJO).
Aunque la presentación comenzó hablando acerca de sus dos últimas obras, que son las que hoy reseñaremos aquí, la charla derivó hacia temas más amplios, todo ello con un marcado matiz humorístico, por lo que recomiendo echar un ojo al canal de youtube de Sense of Wonder, donde podréis escucharla completa.
Al igual que en dicha ocasión, comenzaremos hablando de Alan Smithee no salvó el mundo, publicado por Orciny Press. Y lo primero, sin ningún género de dudas, es hacernos eco de la advertencia que el propio autor sitúa en el prólogo del libro: Sergi Álvarez no escribió este libro. La obra corresponde al personaje (¿de ficción?) Alan Smithee, que le invitó a copas hasta llevarlo a un estado de embriaguez para hacerle firmar un contrato entre borrachos, el documento vinculante más poderoso que existe. En virtud de dicho acuerdo, Sergi se comprometía a figurar como el autor de esta obra.
Dicho esto, la historia nos narra las desventuras del propio Alan Smithee, que decide salir de casa un buen día para comprarle a su novia un perrito que aplaque o difumine al menos sus ansias de tener descendencia. Puede que no sea el punto de partida más noble, pero es que, entre las virtudes que reúne el protagonista, no se encuentra la empatía. De hecho, algunos de los adjetivos que mejor lo describen tienen que ver con un carácter ruin, mentiroso, cobarde, egoísta y maleducado. Como guinda, también está lleno de prejuicios.
Por si fuera poco, Alan es un plagiador profesional, aunque dicho defecto nos ha regalado la espectacular bibliografía que aparece al final de la obra, que tuve que leer varias veces, interrumpido por mis propias carcajadas.
La historia está contada de un modo que resulta muy ágil y divertido. Por si no fueran suficientes particularidades para un libro tan breve, hay que añadir que mezcla con sorprendente éxito elementos tan dispares como películas ochenteras, películas clásicas, novela negra, novela detectivesca, una cierta herencia pulp, mucha crítica social llena de acidez, guiños a Stephen King, Tolkien, Marvel, Akira y, seguramente, me esté dejando algo.
Muy diferente, aunque igual de disfrutable, es la obra con la que presentamos a Bandinnelli, Escatología de andar por casa, publicada por la editorial Pez de plata en su colección La risa floja. Se trata, en este caso, de una antología que recoge una serie relatos con una característica común: el punto de partida casi siempre es una situación más o menos cotidiana o que, al menos, no reviste una especial fantasía: una persona que entra en prisión; un hombre que se apunta a una agencia de citas para encontrar pareja; un padre de familia que intenta llegar a su trabajo, etc. Pero, claro, estamos hablando de un autor que es experto en tomar lo mundano y elevarlo a la categoría de extraordinario. Y lo hace, es importante señalarlo, con una imaginación que nos deja asombrados. De este modo, habría que completar los anteriores ejemplos diciendo que en la susodicha prisión hay dos bandos enfrentados a muerte: los tolkienitas y los martinitas; que esa empresa de citas en ocasiones trata de emparejar al protagonista con seres que van de lo más terrible a lo más divino que el lector pueda imaginar; que dicho padre intenta llegar a su trabajo, sí, pero mientras a su alrededor se desarrolla el Apocalipsis.
Así, Bandinnelli nos presenta una serie de situaciones rocambolescas que llevan al absurdo más cómico las premisas de partida de sus relatos. Sin embargo, una de las principales virtudes de su obra, aparte de las carcajadas, es la crítica que consigue a través de escenas que, sin pretender una representación fiel de la realidad, la reflejan en ocasiones mucho mejor que una fotografía.
Esto nos lleva, sin duda, a uno de los puntos coincidentes en los dos libros de los que hoy hablamos: tanto Alan Smithee no salvó el mundo como Escatología de andar por casa poseen una evidente carga crítica en su interior. Sus autores señalan y se ríen (y nosotros con ellos) de un bueno número de temas que están en la sociedad que nos rodea. Bien es cierto, no obstante, que lo hacen de un modo distinto: Sergi Álvarez señala lo absurdo en las situaciones cotidianas. Toma lo existente y lo convierte en un gag, a menudo a través de los defectos de su personaje protagonista. Bandinnelli, en cambio, también parte de lo cotidiano, pero lo retuerce hasta llevarlo al absurdo más hilarante.
Otra de las características comunes de estos dos autores es su versatilidad. Los trabajos de Sergi nos han traído obras no solo literarias, sino también en forma de cómics. Bandinnelli, por su parte, mantiene una segunda línea centrada en su labor como historiador, especialmente en la versión más divertida a través del equipo de Ad Absurdum del que forma parte.
Como conclusión tengo que recalcar lo evidente: que ambos nos ofrecen aquí dos obras divertidas, interesantes, de lectura rápida y que se pueden recomendar, con sus diferencias, sin temor. Ojalá nos traigan muchas más.
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