Borja Bilbao completa sus reseñas de los nominados a los Premios Guillermo de Baskerville (organizados por Libros Prohibidos) con este análisis de El secreto de la ventriloquía, de Jon Padgett. ¡Espero que os guste!
Lo primero es que el escritor nacido en Florida tuvo como mentor a nada menos que Thomas Ligotti, uno de los nombres imprescindibles de la literatura de terror del siglo XX. El legendario escritor, confeso predilecto del formato corto ante la novela larga, ha influenciado de manera obvia la obra de Padgett. No solo en conseguir un estilo uniforme tanto en temática dentro de una misma antología, sino en utilizar un objeto tan teóricamente inofensivo como el de una marioneta y su manera de darle voz para dar forma a un horror que transforme la realidad en una infinita ramificación de posibilidades a la hora de llevar a cabo la historia.
Uno de los ejemplos más interesantes se encuentra en cómo Padgett, ventrílocuo profesional, propone en el relato troncal de la antología titulado ’20 pasos simples a la ventriloquía’ un manual de instrucciones para ser un ventrílocuo Supremo. No uno cualquiera, sino uno Supremo. Para ello se diferencian dos partes, una primera mitad orientada a ser un ventrílocuo estándar, principiante. A partir de ahí, queda en tu mano dar el paso y lograr que no solo tu maniquí sea controlable por ti, sino cualquier ser de tu alrededor. A costa de tu propia mente y la de los que te rodean.
‘Infusorio’, relato relacionado en cierta manera con las instrucciones descritas previamente, nos cuenta la situación de una ciudad industrial en decadencia con un hollín salido de ninguna parte que cubre todo y a todos con consecuencias terribles. La manera de resolverlo parece estar relacionada con el fuego pero los resultados pueden ser terribles. Casi tan terrible como el relato que conocemos en ‘Susurros de una voz conocida’, donde en apenas unas páginas seremos testigos de la relación entre un niño que busca venganza y su hermano mayor. Un relato crudo y al grano, que merece ser leído aunque se lo único que leas de la antología.
Con ‘El pantano cubierto’, tercer relato al que llega el lector si lee la antología de manera ordenada, es cuando empezamos a darnos cuenta de que Padgett en realidad sitúa la mayoría de sus relatos en un escenario similar. Los lugares, personas y situaciones comienzan a resultarnos familiares. Tan reconocible como el rompecabezas al que el autor nos somete en ‘Sueños Origami’, un relato donde las leyes de la física y la lógica se retuercen de manera imposible. Un relato que gana potencial leído dentro de la antología por lo reconocible que comienza a resultar llegado a este punto.
Uno de los grandes logros de Jon Padgett con El secreto de la ventriloquía es conseguir una antología temática donde todas las piezas del puzzle ganan poder y sentido según se van leyendo en el orden establecido en el volumen. Como era de esperar por parte de un ventrílocuo, Jon da voz a distintos personajes en unos lugares que, aunque de salida resultan amigables, posteriormente se dan la mano con el surrealismo y lo filosófico en un horror que asusta a la vez que por momentos repele al lector. Se trata de una obra que consigue lo que pretende: confundir, extrañar, aterrar, asustar y, definitivamente, alucinar. Una rareza que merece la pena descubrir.