jueves, 19 de diciembre de 2019

Vídeo: Presentación de Orgasmatón e Incrustados, de Ian Watson (Celsius 2019)

Reanudo la publicación de vídeos del pasado Festival Celsius 232 con la grabación de la presentación de Orgasmatón e Incrustados, de Ian Watson, en la que el autor estuvo acompañado de los grandísimos Esteban Bentancour y Diego García Cruz. ¡Espero que os guste!



jueves, 5 de diciembre de 2019

Relato: El crepúsculo del hombre, de Daniel Verón

Daniel Verón, autor de El crepúsculo del hombre
Vuelve a ser un honor contar en Sense of Wonder con Daniel Verón, que ya nos ofreció Polvo de estrellas y La edad de los Toledos. En esta ocasión tenemos el placer de publicar un nuevo relato suyo, titulado El crepúsculo del hombre. Espero que lo disfrutéis y recordad que podéis contactar con Daniel (y leer otros cuentos suyos) a través de su perfil de Facebook.   

La federación creció más aún. Se llegó a un punto tal en donde sus Asambleas Ecuménicas excedían las dimensiones de un planeta común y, por lo tanto, se buscaron nuevos mundos, supergigantes, para alojar a las mayores reuniones jamás realizadas por civilización alguna. Los preparativos solían durar meses y el proceso de divinización de los líderes era cada vez mayor. En torno suyo se agolpaban ahora cientos y cientos de Portadores, representando a infinidad de Galaxias que se perdían en el vacío cósmico. Pero esto no era todo. Algunos líderes que asistieron a tales reuniones durante siglos lograron averiguar lo que nadie sabía fuera de allí. Así como otros hombres de otras épocas, aquellos que presidían los destinos de la Federación, cuando su vida se extinguía, eran “re-energizados” de una manera misteriosa y lanzados al espacio. Tiempo después, una luz que parecía ser la de una estrella común se añadía al cielo estrellado del infinito. En otras palabras, cada Supremo, cuando moría su cuerpo físico, pasaba literalmente a convertirse en una estrella más.

Pero el final se acercaba. El cuerpo humano no estaba hecho para durar siglos y siglos en el espacio tetradimensional. Pese a que se habían ensayado infinidad de métodos para extender la vida corporal, aunque los órganos internos habían sido mejorados, y hasta el método de reproducción había sido ligeramente modificado, nada parecía evitar que el cuerpo físico llegara a un fin, ni siquiera la reprogramación celular, por ejemplo. Lo más que se había logrado era extender la vida física a poco más de 300 años. Luego de eso se llegaba a un punto donde la muerte física hasta era bienvenida, como si el hombre no pudiese soportar vivir más que eso. Además, y esto era muy importante, gracias a esa muerte física, el alma se liberaba y accedía a ámbitos multidimensionales, en donde continuaba su existencia. Era algo así como la crisálida, que pasa de ser gusano a convertirse en mariposa.

Las continuas expediciones a los planos multidimensionales demostraron que el mismo estaba poblado de seres que alguna vez habían tenido cuerpos físicos como los demás. Es cierto que su experiencia anterior le servía de poco en ese lugar, pero lo concreto es que seguían viviendo, al parecer, indefinidamente. Estas investigaciones hicieron que el alma volviera a ser estudiada, sin que se pudiera llegar a una conclusión sobre su origen. Simplemente, un día aparecía, igual que el Universo en el Big Bang. Algunos científicos sugerían que las almas ya estaban presentes en el momento de la creación y que simplemente atravesaban diversas transformaciones: desde un espacio circular y plano, a nuestro Cosmos de cuatro dimensiones, para ingresar luego a otros ámbitos de 7, 10 y 15 o más dimensiones sucesivamente. El problema era que no existía (ni podía existir) algún instrumental para comprobar esto.

Mientras tanto, el hombre solar mismo parecía estar llegando a un punto de declive. Esto no era nada raro. Las incontables expediciones interestelares habían enseñado que las razas humanas y semihumanas, por muy evolucionadas que fueran, tenían una determinada duración como raza, un punto más allá del cual empezaban a extinguirse. Más allá de los ciclos históricos, comunes a toda civilización, ninguna raza era eterna. Además, no podían serlo tampoco, sencillamente porque el Cosmos mismo estaba cambiando. Quedaba claro que el Universo del año 5000 no era exactamente el mismo que habían conocido sus ancestros, por ejemplo. Incluso en el remoto pasado se habían detectado brillantes civilizaciones que desaparecieron por completo al cambiar también su entorno. De modo que el hombre solar no podía ser una excepción a esto.

Un tiempo después, algunos teóricos lanzaron una suposición realmente inquietante: lo que estaba llegando a su fin era el MODELO HUMANO en sí mismo, por lo menos en las áreas conocidas hasta entonces. En efecto; un estudio realizado en torno a la civilización de Altair y otras de cierta antigüedad, como los eridanos, parecían estar en franca decadencia. Los nacimientos eran cada vez menos, aparecían enfermedades nuevas y mortales, y ellos mismos, como sociedad, parecían haberse estancado. Apenas eran poco más que espectadores de las proezas del hombre solar, limitándose a ocupar unos pocos mundos seguros. No había descubrimientos ni empresas nuevas, sino que toda su sociedad inspiraba una gran decadencia apenas uno la veía. De acuerdo a los parámetros actuales, parecía que las razas más antiguas no estaban en condiciones de sobrevivir mucho más. Muchas no se habían adaptado a los grandes cambios, limitándose a llevar una existencia bastante monótona, sin grandes expectativas, confiando en que el Universo permanecería siempre igual.

Si bien los antairenses ya eran un grupo minoritario en ese tiempo, la señal de alerta llegó por parte de los eridanos. En cierta oportunidad, su civilización irradió un mensaje de auxilio a sus grandes amigos del espacio: los solares. A ese llamado acudió una importante flota dirigida por Zoicon Thaler. Lo cierto es que, apenas llegado a Walhalla, el almirante Thaler comprendió perfectamente lo que sucedía. Como un padre que, en su agonía, llama a su hijo para que esté a su lado, el gobernador Erron había llamado a la raza con la que habían compartido más cosas. Aún el planeta mismo estaba en una decadencia completa bien visible. Sus magníficas ciudades se parecían ahora a inmensos basurales; estaban casi completamente abandonadas y mucha de la eficiente tecnología de otros tiempos ya no funcionaba. Muchos ciudadanos, incluso, se encontraban enfermos o sumidos en una especie de agonía. El panorama era desolador y los hombres de Thaler se encontraron con muchas escenas realmente impresionantes. 

Los solares son recibidos en las habitaciones personales de Erron que se halla moribundo afectado por una extraña enfermedad. Sólo está acompañado por sus familiares más cercanos, pero todos se encuentran enfermos también. El dialogo que sostienen Erron y el almirante Thaler es altamente emotivo. El eridano le cuenta algo de su vida personal, de cómo imaginaba el futuro en su niñez, nunca algo como esto. Charlan amigablemente y Thaler logra encender su mirada al informarle los más recientes logros de la Federación. Los millones de sistemas planetarios, los incontables soles, las infinitas formas de vida que existían por doquier y, sobre todo, galaxias y más galaxias hasta perderse en las profundidades del Cosmos. Es el final. Erron lo toma de la mano y, con la mirada nublada, le dice simplemente: “Ustedes lo lograrán; ustedes lo lograrán”, y, tranquilo, expiró.

A medida que Thaler y sus hombres recorren Walhalla, comprueban que, uno tras otro, los eridanos van muriendo también. Ya no hay autoridades, ya no hay servicios, ya no hay movimiento, todo es muerte y los cadáveres se amontonan en las calles. No sólo es una civilización en extinción, sino que se trata de la desaparición de toda una raza también. Los federales siguen atentamente los acontecimientos y en pocos días mueren prácticamente todos los eridanos. Se busca en los mundos cercanos pero, hasta donde se puede apreciar, no parece haber sobrevivientes. Es así que llega un día en que el supremo Zetar, la máxima autoridad de la Federación, anuncia solemnemente la desaparición completa de la raza de los eridanos, sus viejos amigos del espacio...

Con posterioridad tiene lugar una ceremonia-homenaje en una Asamblea convocada de urgencia. Ante la presencia de miles y miles de delegados, durante todo un día completo se repasa lo que ha sido la brillante civilización eridana. Su origen, sus luchas, su sabiduría, su legendaria amistad con el hombre terrestre, su ejemplo. Se decide entonces reservarle en la Federación un sitial de honor, vacío, que represente para siempre a los eridanos. Es la primera vez que se realiza algo así pero, lamentablemente, no será la última. En efecto; en los años siguientes se sabe de otras razas más o menos cercanas a los solares que sufren pestes parecidas. Los pueblos de Perseo-8, de Vega, de Orión, etc. y, más allá de la Vía Láctea, hasta la raza amiga de Triángulo, unos pacíficos hombres y mujeres que parecen siempre jóvenes, hasta ellos caen víctimas del mal que afecta a todos los humanos. 

Cunde la alarma por doquier. Sin embargo, hay algo que diferencia a los solares de muchas otras razas similares. La suya parece ser la más extendida a lo largo del Cosmos. Si se trata solamente de alguna clase de peste, no existe ninguna posibilidad de contagio, ya que la raza se halla distribuida en cada una de las galaxias del Grupo Local y aún en algunas otras del inmenso mar intergaláctico. Al parecer, las colonias pueden estar seguras. Sin embargo, el tiempo pasa y, lentamente, comienza a repetirse algunos síntomas. Los gobernantes tratan de mantener los hechos en oculto pero todo va saliendo a la luz. El primer lugar gravemente afectado es la misma cuna del hombre solar: la Tierra y los principales planetas del Sistema. En otros lugares se desarrollan interminables investigaciones para ver cómo evitar este extraño deterioro general que lleva a la muerte.

Por todas partes se suceden escenas tremendas. Hay mundos en donde la gente parece haber enloquecido y la sociedad se ha sumergido en un caos total. En otras partes se asiste al inédito y asombroso espectáculo de ver centenares de miles de personas despidiéndose unas de otras, sabiendo que esa será la última vez que se verán. Hay lugares en donde ciertos grupos elaboran planes para ver de qué manera reencontrarse en los habitáculos multidimensionales, adonde se supone que va el alma de la totalidad de las personas muertas. Pero en otros sitios se observa la dramática lucha de hombres que no quieren morir. Fuera de todo control, hay ahora miles de personas que emigran a lejanas regiones del Cosmos tratando de salvarse. Ninguna organización puede ejercer algún control, ni siquiera la Federación. En cierta ocasión, durante una de las habituales Asambleas, el mismo Zetar, el Supremo de entonces, cae muerto ante la vista de todos los demás. Es el final.

Así fue como la raza solar fue cayendo, uno a uno, a lo largo del Cosmos, tal como antes ya le había sucedido a otras razas humanas en los últimos tiempos. Esto no era fruto del arma secreta de algún enemigo, ni siquiera de una “disgregación” inevitable de orden genético, como si el motor de la raza hubiera llegado a su fin. Es cierto que mucha gente desapareció sin que se supiera qué había sido de ellos, pero el grueso de la humanidad se encontró frente a un futuro que parecía inevitable. En medio de todo esto, la Federación subsistía como podía, con gobernantes ocasionales. La impresionante estructura conquistadora que había construido el hombre a lo largo de siglos, parecía venirse abajo. En medio de este caos, hubo un grupo que alcanzó a pergeñar un plan. Al frente del mismo se hallaba, justamente, el almirante Thaler, que aún disponía de una importante flota. El caso es que, ante la posible extinción del hombre, Thaler se proponía simplemente llegar adonde nadie había llegado todavía. Su plan era dirigirse a los confines del Universo para escapar de él.

La idea era audaz pero no imposible. El motivo de que antes no se hubieran enviado expediciones hasta tan lejos, era por el alto riesgo, ya que luego la flota debía retornar al punto de partida. En cambio, aquí esto no era necesario. Partieron, pues, desde de los límites de la Vía Láctea utilizando la mejor tecnología. Los sistemas hiperlumínicos ayudaron a dejar atrás millones de años-luz en muy poco tiempo. Desde luego, la gran incógnita era, ¿adónde terminaba el Universo? Las últimas observaciones indicaban que las galaxias más lejanas estaban a unos 15.000 millones de años-luz. Sin embargo, la Flota Omega recorrió las dos terceras partes de esta fabulosa distancia, sondeando en las profundidades, sin que se visualizaran límites por ninguna parte. En medio de esta situación, algunos hombres de la tripulación empezaron a mostrar síntomas del fin.

El mar de galaxias era algo superior a lo que ningún hombre jamás había imaginado. Thaler dirigió personalmente las investigaciones y revisó muchos cálculos. En realidad, los científicos nunca pensaron que el Universo fuese algo tan grande. Al mismo tiempo tuvo que enfrentar escenas sobrecogedoras aún en la nave principal. Luego de caer enfermo, uno de sus principales oficiales enloqueció de una manera espantosa al grito de “¡No quiero morir, no quiero morir!”, suponiendo que se había extraviado en el Universo. Los acontecimientos se precipitaban. Thaler y algunos sabios lograron elaborar un mapa completo del Cosmos de acuerdo al recorrido. El inmenso espacio que surcaban presentaba una extraña estructura con impresionantes aglomeraciones de materia repartida de manera desigual, contrastando con otros sectores completamente vacíos. El gran dilema era adónde dirigirse.

A medida que caía uno a uno la mayoría de los tripulantes, el almirante tomó una decisión corrigiendo ligeramente el rumbo. La Flota pareció sumergirse en una especie de océano de espuma, lechoso, fosforescente. Una mirada en sentido opuesto lo dejó petrificado: todo lo conocido estaba en esa dirección. El infinito mar de galaxias que era el Universo, ahora se veía como una pared flotando en el vacío, a lo lejos. Esto, en donde navegaban ahora... era otra cosa. Cerca suyo quedaba solamente un grupo de oficiales. Nadie sabía cuánto tiempo de vida tenían por delante. Con voz firme, Thaler dijo: “Si voy a morir, antes de hacerlo quiero ver qué hay más allá”, dijo señalando la pantalla. En ese momento, una oficial, Rirca Salen, en una escena llena de significado, se acercó tomándole la mano. Ellos y los demás permanecen mirando la pantalla.

La Flota continuó por largo rato atravesando esa zona viscosa que bordeaba el espacio conocido. La luminosidad y los colores visibles variaban de manera fluctuante. Los aparatos de a bordo ya no señalaban nada porque allí no había parámetros conocidos. No se sabía bien cuál era la velocidad ni la posición relativa. Sólo se sabía que, lentamente, el Cosmos conocido iba quedando atrás y que pronto lo perderían de vista, tal como sucedió un poco después. A bordo, la salud de ninguno de ellos era buena. Simplemente por analogías, Thaler calculaba que se encontraban recorriendo un Orbe que contenía al Universo entero, es decir, que estaban recorriendo algo que tenía como 50.000 millones de años-luz de diámetro, y el viaje seguía.

Cuando también cayeron enfermos, Thaler y Rirca se animaron mutuamente; los demás agonizaban a su alrededor. De pronto, al almirante notó que la espuma lechosa desaparecía y ante ellos aparecieron extrañas formas geométricas. Luego de un tiempo se produjo una tremenda explosión de origen incierto; la nave se sacudió y ellos cayeron al piso. Con lo que les quedaba de aliento, alcanzaron a ver una serie de luminosidades indescriptibles. Le sigue luego un período de sombras absolutas y entonces... cuál no sería su sorpresa cuando el hombre y la mujer alcanzan a ver, primero hacia abajo y luego en otras direcciones, un ignoto cielo estrellado, un espacio, virgen de toda mirada humana. A lo lejos, por uno y otro lado, distinguen claramente las estrellas, nuevos soles, miríadas de mundos perdiéndose en el infinito. No es el espacio que conocen. Es uno nuevo, distinto, mejor. Es el Nuevo Cosmos, un Universo para ellos.   
¡Lo he logrado! ¡Lo he logrado! –exclama Thaler abrazando a Rirca.
El viaje había llegado a su término. Era el final. Era el principio.

martes, 26 de noviembre de 2019

Borja Bilbao reseña El secreto de la ventriloquía, de Jon Padgett

Borja Bilbao completa sus reseñas de los nominados a los Premios Guillermo de Baskerville (organizados por Libros Prohibidos) con este análisis de El secreto de la ventriloquía, de Jon Padgett. ¡Espero que os guste!

Hay dos claves para entender la literatura de Jon Padgett. O, al menos, la que muestra en su colección de relatos El secreto de la ventriloquía. 

Lo primero es que el escritor nacido en Florida tuvo como mentor a nada menos que Thomas Ligotti, uno de los nombres imprescindibles de la literatura de terror del siglo XX. El legendario escritor, confeso predilecto del formato corto ante la novela larga, ha influenciado de manera obvia la obra de Padgett. No solo en conseguir un estilo uniforme tanto en temática dentro de una misma antología, sino en utilizar un objeto tan teóricamente inofensivo como el de una marioneta y su manera de darle voz para dar forma a un horror que transforme la realidad en una infinita ramificación de posibilidades a la hora de llevar a cabo la historia. 

Uno de los ejemplos más interesantes se encuentra en cómo Padgett, ventrílocuo profesional, propone en el relato troncal de la antología titulado ’20 pasos simples a la ventriloquía’ un manual de instrucciones para ser un ventrílocuo Supremo. No uno cualquiera, sino uno Supremo. Para ello se diferencian dos partes, una primera mitad orientada a ser un ventrílocuo estándar, principiante. A partir de ahí, queda en tu mano dar el paso y lograr que no solo tu maniquí sea controlable por ti, sino cualquier ser de tu alrededor. A costa de tu propia mente y la de los que te rodean. 

‘Infusorio’, relato relacionado en cierta manera con las instrucciones descritas previamente, nos cuenta la situación de una ciudad industrial en decadencia con un hollín salido de ninguna parte que cubre todo y a todos con consecuencias terribles. La manera de resolverlo parece estar relacionada con el fuego pero los resultados pueden ser terribles. Casi tan terrible como el relato que conocemos en ‘Susurros de una voz conocida’, donde en apenas unas páginas seremos testigos de la relación entre un niño que busca venganza y su hermano mayor. Un relato crudo y al grano, que merece ser leído aunque se lo único que leas de la antología. 

Con ‘El pantano cubierto’, tercer relato al que llega el lector si lee la antología de manera ordenada, es cuando empezamos a darnos cuenta de que Padgett en realidad sitúa la mayoría de sus relatos en un escenario similar. Los lugares, personas y situaciones comienzan a resultarnos familiares. Tan reconocible como el rompecabezas al que el autor nos somete en ‘Sueños Origami’, un relato donde las leyes de la física y la lógica se retuercen de manera imposible. Un relato que gana potencial leído dentro de la antología por lo reconocible que comienza a resultar llegado a este punto.

Uno de los grandes logros de Jon Padgett con El secreto de la ventriloquía es conseguir una antología temática donde todas las piezas del puzzle ganan poder y sentido según se van leyendo en el orden establecido en el volumen. Como era de esperar por parte de un ventrílocuo, Jon da voz a distintos personajes en unos lugares que, aunque de salida resultan amigables, posteriormente se dan la mano con el surrealismo y lo filosófico en un horror que asusta a la vez que por momentos repele al lector. Se trata de una obra que consigue lo que pretende: confundir, extrañar, aterrar, asustar y, definitivamente, alucinar. Una rareza que merece la pena descubrir.

miércoles, 13 de noviembre de 2019

Borja Bilbao reseña Porno religioso improvisado, de Laura Lee Bahr

Borja Bilabo nos trae hoy la reseña de Porno religioso improvisado, de Laura Lee Bahr, otra de las novelas nominadas a los Premios Guillermo de Baskerville (que, como sabéis, organizan desde Libros Prohibidos). ¡Espero que os guste!

Banda sonora de la reseña: Borja sugiere leer esta reseña escuchando From the Cradle of Enslave, de Cradle of Filth (YouTube) 

Apenas puedo creerme que ya hace más de cuatro años desde que leí Fantasma. La primera novela de Laura Lee Bahr, que al igual que Porno Religioso Improvisado llegó a nuestro país gracias a Orciny Press, fue toda una experiencia que, a pesar del tiempo que hace desde su publicación, sigo recomendando encarecidamente. Como añadido, aquella novela también sirvió para inaugurar una colección propia dentro del mismo sello editorial dedicada al Bizarro que, desde entonces, no ha dejado de dar alegrías con otro par de títulos publicados en digital que he tenido oportunidad de leer. 

Las expectativas son altas con la segunda obra de la autora y, en lo personal, no me ha decepcionado. Porno Religioso Improvisado, eso sí, no sorprende en su estructura y planteamiento como lo hacía Fantasma con aquella propuesta de Elige tu propia aventura pero elige todas a la vez. Sin embargo, muchos de los ingredientes siguen ahí y están colocados de una manera sumamente interesante que mantiene el interés a lo largo de la lectura. Esto, que en un principio significa una experiencia no tan inmersiva como la de aquella novela, se ve compensaba con una historia tan irónica como trágica.

La novela se divide en dos tramas, ambas separadas por unos pocos años. En la primera, situada en el pasado, nos ponemos en situación de Dominique Colt y el crimen que cometió al asesinar a su prometido y al amante gay de ambos durante uno de los juegos sexuales que acostumbraban a llevar a cabo. La historia de Colt sirve de inspiración para que años después Mads escriba un guion de una película basándose en el truculento suceso. Sin embargo, en la meca del cine las cosas no son fáciles y el sueño de Mads de contar con George Clooney como actor en su película no será nada sencillo. 

Para colmo, Mads tendrá que vérselas con la secta vampírica que está absorbiendo a uno de sus amigos. En paralelo, Mads se reunirá con gente que intenta prometerle financiación rápida para su proyecto, contactos dentro del difícil mundo de los representantes y, de paso, alguna proposición indecente que pueda acelerar el proceso de llevar a cabo su película.

Con apenas doscientas páginas, Porno Religioso Improvisado pone sobre la mesa numerosos temas, algunos aún tabú en el mundo actual en el que nos encontramos. Muchos de ellos pueden pasar desapercibidos gracias a la habilidad de Bahr para crear una trama adictiva, donde pasan muchas cosas todo el rato (esto me recuerda a Fantasma y la necesidad de pasar paginas para ver hasta dónde puede enrollarse la trama) y donde lo bizarro forma parte de manera natural del día a día de los personajes. 

Estad preparados, durante la lectura de la novela, para encontraros escenas de sexo de alto voltaje que no por ello dejan de tener su ironía y sus toques de humor. Suicidios que suceden de una página para otra. Un repaso, crítico, a los trapos sucios de Hollywood a la hora de querer llevar tus proyectos a cabo. Sectas que no dejan títere con cabeza con objeto de lograr sus ambiciones. Y todo ello en dos historias que se alternan hasta descubrir los detalles del crimen que conocemos desde la primera línea pero que no veremos materializarse hasta la última página. 

Como decía al principio, no es Porno Religioso Improvisado una novela que rompa esquemas y estructuras como lo hacía Fantasma. Es por ello un libro más accesible para iniciarse en la obra de Bahr o en el bizarro. Sin embargo, su medida longitud ayuda a pasar un muy buen rato leyendo una historia que se sigue con interés gracias a sus múltiples capas de lectura, todas ellas enfocadas a descubrirnos la realidad que se esconde detrás de cada uno de los individuos con los que nos cruzamos cada día. Porque, ¿quién no tiene un amigo vampiro nivel 3?

miércoles, 6 de noviembre de 2019

Borja Bilbao reseña El pescador, de John Langan

Es un placer volver a contar con Borja Bilbao en Sense of Wonder, sobre todo si es para reseñar una de las novelas nominadas a los Premios Guillermo de Baskerville 2019 (organizados primorosamente, como cada año, por Libros Prohibidos): El pescador, de John Langan. ¡Espero que os guste!

Banda sonora de la reseña: Borja sugiere leer esta reseña escuchando Moby Dick, de Led Zeppelin (YouTube, Spotify)

La añoranza por lo perdido, sea material o inmaterial, y el afán en buscar algo que sustituya ese hueco no físico que ha quedado en tu mente marca las principales líneas de El pescador. Uno de los comentarios más habituales cuando, de un día para otro, tu vida pierde sentido y tu brújula no es capaz de hacerte tomar ningún camino es que debes buscar un nuevo rumbo. Un nuevo objetivo en que ocupar tus pensamientos.

Abe, el protagonista de esta novela, encontrara en la pesca ese nuevo quehacer tras la muerte de su mujer poco después de casarse. Y junto a él su compañero de trabajo, Dan, quien recientemente perdió a su mujer e hijos en un trágico accidente de tráfico que aun visiona en cada cruce de caminos. La ausencia de derrotero por el que caminar por parte de ambos fuerza una relación que apenas va más allá de la mera formalidad y educación. Abe y Dan se suben a su coche buscando el mejor lugar donde pescar una buena pieza, en un intento de Abe por ayudar a su compañero. Dan no es inicialmente un gran admirador de esta actividad pero conforme se habitúa a ello se anima un poco más. 

Será durante el viaje al Arroyo del Holandés, lugar de múltiples leyendas que alimentan una truculenta historia, cuando paren a descansar en una estación de servicio donde el dependiente les interrogara sobre su destino y, tras su respuesta, les cuente una historia que en sí misma ya bien justifica una novela propia. 

El pescador son dos novelas en una. La historia que el camarero les cuenta no solo ocupa prácticamente la mitad del texto, sino que en sí misma contiene todos los elementos que uno puede esperar de una novela de terror. Su momento temporal difiere completamente del principal y cuenta la construcción de un embalse en las montañas cercanas a la ciudad de Nueva York con elementos sobrenaturales que nos traen recuerdos de películas del género recientemente aclamadas. Lo que sucedió en aquel lugar décadas atrás servirá para precipitar los acontecimientos del último tercio del libro donde la acción vuelve a hombros de Abe y Dan y el retorcido destino que les espera a ambos en el mencionado arroyo.

Cuenta Langan en la sección de agradecimientos que el libro le llevo más de una década escribirlo. Y esto tiene todo el sentido del mundo por cómo de cuidado esta un texto que sugiere y muestra a partes iguales, provocando rechazo e impresión según avanzan las páginas. Los elementos que nutren las dos historias de la novela son clásicos: monstruos, dioses, fantasmas, brujería, persecuciones raciales y religiosas, etc. Sin embargo, Langan nos lleva de unos a otros sin apenas dejar descanso al lector. Cuando, como lector, paras y repasas el último puñado de páginas leídas resulta impresionante la cantidad de piezas que han ido encajando en una historia tan completa. 

Con esto, cabe decir que El pescador no es una lectura fácil ni de rápida digestión. Sin apenas diálogos pero con una alta carga descriptiva, la novela requiere cierta atención y seguimiento de los acontecimientos donde, para completo disfrute, está prohibido avanzar página sin haber asimilado lo que el texto te ofrece. Esto no será bien recibido por todos los lectores pero a la vez le da identidad propia al relato. Un texto que, dicho sea de paso, cuenta con una espectacular traducción por parte de Alberto Chessa.

La editorial Biblioteca de Carfax nos trae a España el premio Bram Stoker de 2016. Una novela que gracias a una detallada narración ofrece una historia con todos los elementos de terror que uno puede esperar, encajados durante la mayor parte del texto con acierto, otros no tanto, dejando una lectura que para mí ha sido algo irregular en ritmo pero abrumadoramente evocadora en lo imaginativo. Por eso, y por ser una novela fuera de lo habitual, ya merece una oportunidad de ser disfrutada. El viaje al Arroyo del Holandés no os dejara indiferentes. Si sobrevivís. 

martes, 29 de octubre de 2019

Leticia Lara reseña Salvation Lost, de Peter F. Hamilton

Es un placer rescatar el blog del letargo para ofreceros una reseña de Leticia Lara, del imprescindible Fantástica Ficción, que hoy nos habla de Salvation Lost, segunda parte de Salvation, de Peter F. Hamilton. ¡Espero que os guste!

Banda sonora de la reseña: Sugiero leer esta reseña escuchando Salvation, de Dover (YouTube, Spotify)

Elías vuelve a darme la oportunidad de leer a Peter F. Hamilton, en esta ocasión con Salvation Lost, la continuación de Salvation. Aunque la primera entrega de la saga prometía mucho, lo cierto es que en este segundo libro los defectos están más a la vista y el disfrute de la novela se resiente. Pero analicémoslo por partes.

En Salvation Lost el autor ha perdido el elemento sorpresa que se reservaba para el final de Salvation, así que como ya no tenemos ese “misterio” como hilo conductor, el interés en la lectura se tiene que mantener por otras razones. Por desgracia, al menos en los primeros capítulos los ganchos utilizados son un tanto chabacanos. Las escenas de sexo se suceden sin mucho concierto y aparentemente sin necesidad, cuando quizá lo que nos interesaría es ver el desarrollo de los planes de defensa del planeta Tierra, que quedó en una situación un tanto precaria. Y tampoco parece importante dedicar varios capítulos a cómo se reconcilia una pareja de mediana edad en un ático de Londres mientras el mundo se desmorona alrededor. Puede que en la tercera parte tengan un papel muy relevante, pero en este libro parece que sus historias son de relleno y para aportar un punto de vista que parece superfluo. Esto se podría pasar por alto si al menos las nuevas incorporaciones de personajes fueran atractivas, pero es que no alcanzan a hacer sombra a los que ya conocíamos. 

No obstante, en las ocasiones en las que la novela se centra en los puntos de interés, vemos cómo se despliega un plan destinado a extenderse durante miles de años. Eso sí es apasionante y es lo que me daba ganas de continuar leyendo, aún lastrada por los problemas que he mencionado anteriormente. Subterfugios ocultos en intrigas envueltos por señuelos que nos harán pensar un poco. La línea temporal del futuro se va aclarando en parte, aunque una nueva incorporación con un papel poco claro nos puede hacer dudar de la efectividad de los planes que se desarrollaron en su momento; esta parte es quizá la más atractiva del libro.

Hamilton es un maestro narrando escenas de acción salpicadas por nuevas tecnologías. Estos desarrollos convierten cualquier enfrentamiento más en un choque de intelectos y gadgets que en una pelea en la que el físico tenga algo de importancia y de estos también tenemos unos cuantos a lo largo del libro. Escenas como sabotajes e infiltraciones, asaltos a naves espaciales y misiones prácticamente suicidas que colmarán las ansias de los amantes de la acción.
La proximidad de una catástrofe es capaz de sacar lo mejor y lo peor de los seres humanos, como refleja el británico en algunos capítulos especialmente duros, más por los detalles escabrosos que por los resultados globales, aunque es posible que esa distinción sea precisamente la que haga más mella en el lector.

En resumen, Salvation Lost es un retroceso respecto a Salvation, ya que adolece de algunos de los problemas que Hamilton ya mostró en obras anteriores. Sin embargo, no podremos juzgar la trilogía como un todo hasta que lleguemos al capítulo final, que leeré con mucho interés.

lunes, 30 de septiembre de 2019

Leticia Lara interviews Gareth Hanrahan, author of The Gutter Prayer

I am very happy for having the opportunity of publishing this interview of Leticia Lara with Gareth Hanrahan, author of The Gutter Prayer, one the most interesting fantasy novels that has been published so far in 2019. Hope you enjoy it, and remember that you can read the interview translated into Spanish at Leticia's essential blog, Fantástica Ficción.  

Leticia Lara: We met at Dublin at the Worldcon. Do you usually go to these conventions? What do you think about them? 

Gareth Hanrahan: I go to a lot of gaming conventions, which are very similar but aren’t quite the same thing. The Dublin Worldcon was my first fantasy/sci-fi con in a very, very long time. Conventions can be wonderful experiences if you approach them in the right state of mind, or once you make the right group of friends; there are some conventions that are like annual reunions, and I look forward to them all year. 

LL: You used to work as a game designer and now you are writing novels. Which are the common points (if any) in both worlds? 

GH: I still work as a game designer – my day job is still making up stuff about elves and vampires. There’s a host of common elements; they’re both modes of storytelling, both involve shaping character and backstory and plot to create an emotional experience. The difference is where that shaping happens – a novel is more-or-less fully formed when the reader encounters it, whereas a game only comes alive at the table. 

The biggest difference, I find, is open-endedness. A novel needs to drive towards a conclusion; games, by contrast, tend towards sprawling or even meandering plots and don’t always have a conclusion at all – and where they do, it’s more of a capstone than a carefully planned and foreshadowed conclusion. 

LL: What is your favourite RPG? What do you like best: being the master or being a player?

GH: I don’t really have a favourite RPG – I mean, if you held a gun to my head and said ‘choose’, I’d probably blurt out ‘Call of Cthulhu’, but there are so many games I adore. Dungeons and Dragons, Nobilis, Night’s Black Agents, The One Ring, Unknown Armies… Right now, I’m playing in a Warhammer Fantasy campaign and about to start running a Yellow King game…

I prefer running games, in general, but it’s a good idea to see the game from the other side of the GM screen, too. It keeps you humble…

LL: Does your background as a role player help you while writing fantasy?

GH: Yes, immensely – up to a point. Certainly, a lot of the tools and techniques are hugely useful, especially for world-building and small-scale plotting, for making the fictional world coherent and plausible within its own crazy rules. There are a few places where my instincts as a roleplayer and game designer clash with what works in novel writing and I’ve had to unlearn some lessons, but overall it’s been very helpful.

LL: What can you tell us about your ENnie awards? 

GH: The ENnie awards are one of the big awards in tabletop gaming. I’ve picked up a few, most notably for a project I co-wrote with Kenneth Hite (and, technically, with Bram Stoker) called the Dracula Dossier. We turned the novel Dracula into a game supplement, revealing its secret history as an after-action report written by British Intelligence after their failed attempt to recruit a vampire. We filled it with annotations, added characters, and connected it all into an epic campaign of modern-day espionage and horror. That pretty much swept the awards in the year it was released, which was incredibly gratifying. 

LL: What would be your sales pitch for The Gutter Prayer? Who is your favourite character from this book? 

GH: In a city of alchemists and strange gods, three thieves stumble upon the fantasy equivalent of the Manhattan Project – and, not understanding what they’ve found, try to use it to overthrow the corrupt master of the thieves’ guild. Many things explode or get stabbed. 

My favourite character… hmm. Weirdly, I’m very fond of Effro Kelkin, who’s a comparatively minor character. He’s an ambitious and cranky old politician who used to rule the city before he was forced out by the alchemists. I’m a big fan of political intrigue and double-dealing, so it was nice to be able to indulge in that on the sidelines of the fantasy carnage.

LL: Can you tell us something about your new book, The Shadow Saint? 

GH: The Shadow Saint is the sequel to The Gutter Prayer, set about a year later. The city of Guerdon’s recovering from the events of the first novel, and new factions and powers are moving into the wreckage. The story follows the efforts of two of these factions – the warring powers of the necromancers of Haith, and the fanatical followers of the mad gods of Ishmere – to seize control of Guerdon, as well as those caught in the middle of their intrigues. 

LL: Have you been contacted by a Spanish publisher interested in your work? 

GH: I don’t believe so – at least, I haven’t heard of any offer. The Russian and Turkish rights have been purchased, but that’s all so far. I’d love for it to be translated into Spanish – there are some Spanish fans and bloggers who’ve really enjoyed the book, and it’d be nice for it to have a wider audience there.

LL: Is there anything else you would like to comment? What can you tell us about your new projects?

GH: I’ve just finished up writing some of the dialogue for the Paranoia: Happiness is Mandatory computer game. My Night’s Black Agents: Solo Ops game – a game for one player and one Game Moderator, think Jason Bourne vs Dracula – just came out, as did Hideous Creatures: A Bestiary of the Cthulhu Mythos. I’m in the middle of working on a campaign for the One Ring RPG entitled Errantries of the King, which is set in Gondor in the years before the War of the Ring. Oh, and I’m working on another novel…

lunes, 23 de septiembre de 2019

Relato: La edad de los Toledos, de Daniel Verón

Daniel Verón
Tras la excelente acogida que tuvo Polvo de estrellas, el primer relato de Daniel Verón que publicamos en Sense of Wonder, es para mí un inmenso placer poder ofreceros otra historia que el autor generosamente nos ha cedido. Espero que os guste mucho y os recuerdo que podéis contactar con Daniel y acceder a otros cuentos suyos mediante su perfil de Facebook

Hasta que llegó la Edad de los Toledos y todo cambió. Algunos de los últimos grandes almirantes fueron Ohatis, Rameyer y Knowas. Luego de eso ya no hubo más federales que recorrieran el Cosmos de un extremo al otro. Los Pantocratores, más los Grandes Sabios, que controlaban la inmensa mayoría del Universo conocido, determinaron que ya era suficiente. Que el HS (Hombre Solar) había recorrido un largo camino para llegar a este punto. Que los federales ya no se ocuparían de recorrer millones de DUL (diámetros de universos locales), sino que el Hombre Solar podía delegar esta tarea, actualmente considerada menor, en otros seres que también estuvieran a su servicio. Para esto fueron creados los Toledos.

A decir verdad, luego de varios miles de millones de años, el Hombre Solar parecía haber cumplido sobradamente con este magno desafío que tuvieron ante sí sus ilustres antepasados. Por supuesto que cuando el HS apenas se asomó a los confines del Sistema Solar o cuando llegó a la estrella más próxima (Alfa Centauro), la tarea se veía tan inmensa que muchos creyeron que nunca tendría fin. Que pasarían los eones y, el HS aún estaría recorriendo las estrellas en alguna galaxia, en algún supercúmulo o vaya a saber donde. Sin embargo, el tiempo había pasado y el HS llegó prácticamente a cada rincón del Universo conocido. Sus grandes kosmokratores habían llenado páginas de gloria de la historia en lo concerniente al Modelo Humano. Cientos, miles y hasta millones de años se habían ido en esta fabulosa epopeya. Centenares de millones de planetas conquistados, miles y miles de razas inteligentes, sistemas planetarios completos, inmensidades de tiempo y espacio, todo eso tenían en su haber los grandes caudillos de la Federación. Hasta tal punto se trataba de una auténtica conquista, que el HS se había apropiado de millones de planetas para sí mismo, colonias espaciales que los llamaban. Y en cuanto a los mundos ya habitados por civilizaciones importantes, la Federación había dejado embajadas o delegaciones completas que proseguían su tarea. De hecho, uno de los elementos más notables de este magno proceso de conquista era la creciente absorción de otras razas. Así, los viejos enemigos se habían vuelto pacíficos, las razas ajenas al MH aceptaron colaborar con éste, mientras que otras eran, francamente, sometidas para los intereses de la Federación.

Eran varios los Pantocratores que habían llevado adelante este proceso. Entre los principales figuraban Zoser Korek, Dan-El Varonn, Starmack Midas, Gedeón Solar, y Gaspar Thorklind, por ejemplo. No hay duda que ellos eran quienes habían hecho de la Federación la organización más importante del Cosmos conocido. Es que ellos no sólo habían sido exploradores en su momento, sino que luego fueron los que establecieron una serie de objetivos de primer orden para el HS y para el MH en su totalidad.

De igual modo, muchos profetas habían anticipado que este momento llegaría. La exploración del espacio, que antes llenara de gloria a grandes almirantes, ahora se había vuelto una actividad menor y, en cierto modo, rutinaria. De las miles y miles de flotas que recorrían las galaxias y supercúmulos, muchas de ellas se habían cruzado con frecuencia o bien recorrían inmensas regiones que ya eran bien conocidas, gracias a viajes anteriores. Incluso existían anécdotas pintorescas de mundos “descubiertos” dos veces o bautizados con nombres diferentes. Más asombrosas eran las historias de almirantes que creían hallar nuevas razas, descubriendo, finalmente, que sólo se trataba de grupos rebeldes a la Federación o hasta de colonos provenientes de otro tiempo pero que, fuera de toda duda, pertenecían a la raza del HS. 

Es por estas y muchas otras causas que los Pantocratores de la Federación determinaron delegar esta tarea en otros. Para ello crearon la raza de los Toledos. En esta época, 7.000 millones de años después de los viajes de Gedeón Solar, por ejemplo, la Federación disponía de una cadena de mundos exclusivamente dedicados a la investigación biológica. En concreto, el plan fue llevado a cabo por el Supremo Varkis Zeronasis, una eminencia en biología, con el nombre de Proyecto Zoe. Este apuntaba a crear diversas formas de vida, no sólo los Toledos, que fueran útiles para la Federación.

Pero el caso puntual de los Toledos puede decirse que eran una raza hija de HS, y una variante más dentro del MH. Su aspecto era muy semejante al auténtico hombre terrestre, pero estaba dotado de una serie de cualidades, entre ellas, por supuesto, la obediencia. Los federales necesitaban de una raza que les obedeciera irrestrictamente sin tener problemas de conciencia por ello. 

Por lo tanto, los Toledos fueron probados durante largo tiempo. Se estudió su organismo, su lenguaje, su método de reproducción, su vida social y su inteligencia. Los federales experimentaron un gran entusiasmo al comprobar que los Toledos eran algo así como máquinas que podían ser programadas según sus deseos. Se trabajó arduamente en transmitirles muchos de los conocimientos que los federales tenían sobre el Cosmos, hasta que, aproximadamente un siglo después, Zeronasis y su equipo lograron enviar una tripulación completa a bordo de una flota experimental. Independientemente de este hecho, una colonia de Toledos ya estaba radicada en el planeta Mediatarde, de la galaxia Fórmix. Maravilloso era ver que estos seres entendían las órdenes y qué era lo que se esperaba de ellos.   

Desde luego, muchos se preguntaron a qué pensaban dedicarse los Hombres Solares luego de delegar tan magna empresa en los Toledos. La respuesta es muy simple: al Tiempo. Frente a la conquista del tiempo, la exploración del espacio parecía un juego de niños. Basta con que comparemos, que un área espacial cualquiera poseía simultáneamente tres tiempos: pasado, presente y futuro. De este modo es posible entender claramente que para explorar el tiempo en su totalidad, el esfuerzo era el triple de lo que proponía la conquista del espacio.

Además, desde la época de la Patrulla del Tiempo, los descubrimientos eran cada vez más sorprendentes. Los federales habían descubierto que el pasado, por ejemplo, se podía modificar indefinidamente, y que cada pasado subsistía en algún compartimiento cósmico, de tal modo que el futuro no necesariamente era modificado. Estas y muchas otras posibilidades hacían que ahora los Pantocratores prefiriesen volcar sus esfuerzos a todo lo que fuera el Tiempo, independientemente de en qué área espacial se hallaran.

No era esto todo, tampoco. Sucede que, a través del tiempo, el HS había descubierto nuevas dimensiones de las que ni siquiera se tenía idea que existieran. La sorpresa había sido tan grande que muchos sabios opinaban que se trataba simplemente de NUEVAS dimensiones, que no estaban presentes en los primeros eones de vida del Universo. Esto era de especial importancia porque reforzaba las teorías de otros, en cuanto a que el Cosmos estaba en permanente creación y que, por lo tanto, la exploración del mismo nunca tendría fin.

Tal como hemos dicho, los almirantes Ohatis, Rameyer y Knowas, fueron los últimos HS que estuvieron al frente de flotas espaciales de la Federación o, bien, de equipos exploradores. Específicamente, le tocó a Genard Knowas ser el último de todos, el cual, en una impresionante ceremonia realizada en Pausas-5, le entregó el mando de la principal flota de la Federación al capitán Junius Answer, un Toledo que para entonces ya tenía unos 40 años de vida. Answer había pasado muchos de esos años recorriendo el espacio en diferentes direcciones, acompañando a otros grandes almirantes y era, por lo tanto, uno de los Toledos más capacitados para esta tarea.

Puede decirse que a partir de ese momento, más que nunca, el objetivo supremo de los Toledos fue la exploración del espacio, tal cual lo habían hecho los federales desde tanto tiempo atrás. Es cierto que ellos obedecerían indicaciones concretas de sus creadores, pero también estaba previsto que, frente a lo desconocido (algo que sucedería incontables veces), los Toledos estaban autorizados a tomar decisiones por sí mismos.

¿Cuál era el beneficio que los Toledos obtenían de todo esto? Además de ocupar un lugar importantísimo en la historia cósmica, ellos tenían la posibilidad de habitar cuantos mundos quisieran, en tanto esto no perjudicara a la Federación de un modo u otro. El motivo es que de los cientos de miles de millones de mundos habitados por los federales, el HS tenía previsto abandonar algunos, por cuanto no reportaban ningún beneficio para ellos y sí mucho esfuerzo. Así que los Toledos tendrían lugares de sobra adonde asentarse.

Por otra parte, el Supremo Zoronasis y sus colaboradores les habían dado características muy especiales. Entre ellas figuraban: el tiempo de concepción de la mujer había disminuido de 6 a sólo 3 meses, el crecimiento del niño demandaba apenas 5 años y la mayor parte de estos recibían un excelente aprendizaje en toda clase de temas. Puede decirse que para los 10 años de edad, ya era un adulto completo. También es cierto que se les inculcaron una serie de principios éticos y morales para que su vida no fuera un desastre, como era el triste ejemplo del pasado del hombre terrestre. De esta forma, los Toledos crecían en medio de familias sólidas, formaban luego cada uno la suya y, sobre esto existía una estructura similar a la de los clanes, adonde el contacto entre diferentes familias subsistía indefinidamente. Salvo accidentes de suma gravedad, no estaba previsto que los Toledos murieran, ya que su organismo se autoregeneraba.    

Obviamente, estos seres le debían absolutamente todo a los federales, aún su misma existencia, como también el mostrarles cuál sería el objetivo supremo de su vida. Sin embargo, Varonn y otros Pantocratores habían puesto especial cuidado en que no se estableciera una relación mítico-religiosa con ellos. Los Toledos podrían comunicarse cuantas veces quisieran con ellos aunque, al mismo tiempo, estarían tan ocupados en cumplir con su misión que difícilmente lo harían.

Junius Answer agradeció en nombre de todos y aseguró que pensaban estar a la altura de lo que los federales esperaban. Sobre él recaía la inmensa tarea de organizar las primeras exploraciones y de colonizar tantos mundos como pudieran, dándole así un espacio físico a su raza.

En relación a la exploración, los caudillos de la Federación les aconsejaron dirigirse a una región de Supercúmulos de interés, ubicados hacia Centauro, que las flotas de la Federación habían prácticamente pasado por alto luego de hallar otros objetivos estratégicos de mayor interés. En cuanto a las demás flotas, todas ellas fueron enviadas a patrullar y supervisar las regiones más conocidas. Allí debían contactarse con las principales razas y establecer un plan de cooperación e intercambio. En otros lugares, en cambio, se determinó que los Toledos ocuparan ciertos planetas que los federales habían optado por abandonar. Por supuesto que, en todos los casos, se trataba de mundos de características más o menos terrestres.

Mientras tanto, la flota de Answer se dirigía al Supercúmulo C de Centauro. El trabajo era enorme, por cuanto muchos de los Toledos recién se estaban familiarizando con algunos equipos técnicos de última generación. Claro que, después de Answer, el principal oficial científico era Marnin Heyze, un especialista en cosmología que ya conocía ciertas zonas del Cosmos. Entre la tripulación también figuraba Aradia, una jefa de personal que hacía de nexo entre Answer y los equipos de colonos que trabajarían a millones de años-luz de allí. Fuera de eso, los Toledos, como raza, crearon varias comisiones que supervisarían las diferentes actividades. Lo cierto es que nunca antes en la historia cósmica, una raza había tenido ante sí tantos desafíos a la vez y con tantos elementos a su favor. Tal vez esto hacía que los Toledos  se sintieran muy seguros y se los viera disfrutar de todo este trabajo. Reemplazar al HS en el ambiente cósmico ciertamente no parecía cosa fácil, pero ellos se sentían muy confiados en lograrlo.

La primera de todas las misiones ejecutadas por Answer se desarrolló en forma impecable. El capitán obró con prudencia y así se internaron en aquel cúmulo de galaxias que los federales habían pasado por alto en su momento. De enorme interés resultó, entonces, encontrar una raza MH, del tipo andromedano, que poseía una tecnología impresionante.

Al igual que los viejos almirantes del pasado, Answer fue cumpliendo con todos los pasos que normalmente se cumplen en estos casos, a saber, la comunicación visual a distancia, gestos de amistad recíprocos, y una invitación concreta de la raza Masimarca, tal era su nombre, a visitarlos. Answer se hizo acompañar por varios de sus principales oficiales y algunos minutos después, él y su interlocutor, el Regente Toner, se saludaban frente a frente.

Answer y los demás Toledos observaron las instalaciones artificiales con mucho interés. Adondequiera que miraran era notoria la gran tecnología desarrollada por estos seres MH. A la distancia vieron una ciudad de características realmente asombrosa, que era una de la capitales del planeta. Por otra parte, Toner era un hombre amable, que les explicó que su raza era, en cuanto a lo humano, la principal en aquella galaxia y, probablemente, en todo el Supercúmulo C. Los Toledos simplemente se presentaron como una de las tantas razas exploradoras que hay en el Cosmos. Después de todo, eso es lo que eran. En esta clase de protocolos nadie se detiene a explicar cuál es su origen, ni tampoco hay muchos que les importe, salvo los científicos.

Sin embargo, sucedió algo completamente inesperado. Una vez que se dispuso que Answer y los demás permanecieran por unos días allí, y tras asistir a una reunión de bienvenida, Toner les comentó que al otro día estaba previsto un evento bastante importante, al cual ellos ahora estaban invitados.

¿De qué se trataba? Los Masimarcas eran expertos en todo lo concerniente a la investigación subatómica. Para eso, habían logrado reducir hombres y naves exploratorias al mínimo tamaño subatómico posible, invisible a los ojos comunes. En el espacio subatómico, sus científicos llevaban varias centurias descubriendo cosas realmente increíbles. Por ejemplo, vieron que muchos átomos eran verdaderos sistemas solares en miniatura, con una vida mínima, y que, en ellos mismos, no sólo existían formas de vida, sino hasta razas inteligentes, según de qué clase de átomos se tratase. Los Masimarcas tenían bien estudiado todo esto, pero la tarea en sí era inmensa. Sólo un trabajo metódico a lo largo de millones de años podía completar ese trabajo.

Pero Toner era un renovador. A él le interesaban las estrellas, los planetas, las galaxias, ver qué era lo que había más allá, en lo profundo del Cosmos. Como esta tarea se había revelado tanto o más inmensa que la del espacio subatómico, Toner había concebido una idea que al principio fue muy discutida, pero luego aceptada plenamente: Se trataba de crear seres especialmente aptos para el universo subatómico, los cuales continuarían la tarea emprendida por ellos. A cambio, los Masimarcas se consagrarían íntegramente a viajar por las galaxias, tal como los Toledos lo hacían. El caso es que, al día siguiente, se produjo una gran ceremonia en donde el mismo Toner realizó el primer lanzamiento subatómico de una misión tripulada por Cranes, la diminuta raza creada recientemente y sólo para este fin.

En cierto momento, Answer y Heyze se miraron. Es que todo lo que estaban viendo era tan similar a su propio caso en relación a los federales que luego, en un aparte, el capitán sintetizó lo que ambos pensaban: 

– Seguramente esto se ha repetido miles de veces y nosotros somos un eslabón más en la cadena, lo mismo que los federales. El problema es saber quiénes delegaron este poder en otras razas creadas para este fin. Además, falta saber el motivo. ¿En qué estarían tan ocupados, que ya no continuaron con lo que estaban haciendo?

Una vez más el silencio fue la respuesta.


martes, 10 de septiembre de 2019

El Alcalde reseña Rosalera, de Tade Thompson


Después de hablarnos de La esfera luminosa, El Alcalde vuelve a Sense of Wonder para deleitarnos con una de sus reseñas. En este caso, la obra elegida es Rosalera, de Tade Thompson. ¡Espero que os guste!

Banda sonora de la reseña: El Alcalde sugiere leer esta reseña escuchando Rose Garden, de Lynn Anderson (Spotify, YouTube).

A veces te toca abrir la caja de herramientas de las frases hechas. A ver... “No sabía que era imposible y lo hizo”. Sí… esta va bien para reseñar la primera novela de Tade Thompson: Rosalera. Porque vamos a ver, es tu primera novela de scifi y te metes en un berenjenal biopunk con extraterrestres, zombis y poderes mentales. Para habernos matado. Pero no, el libro funciona. Como un tejido sobre el que vas cosiendo fragmentos aleatoriamente y que, visto de lejos, tiene muy buena pinta aunque de cerca se vean los costurones. Pero aquí hemos venido a pasarlo bien. Y con Tade, la juerga está asegurada.

El inicio de la historia tiene un saborcillo familiar. Aniquilación, de VanderMeer y, sobre todo, Roadside Picnic, de los Strugasky. Aquella hipnótica novela que era más un escenario que una historia. Un cajón de arena lleno de juguetes sobre el que deambulan los protagonistas. Un sandbox, si estuviésemos hablando de videojuegos. Porque un buen escenario te asegura una buena historia casi siempre. Y Rosalera lo es. Una ciudad creada alrededor de una cúpula de origen alienígena en la Nigeria de 2066. Por cierto, un beso en los morros al traductor. Respetando el sentido del original (Rosewater), ha optado por un sugerente título infinitamente mejor que “agua de rosas” (Rosalera) que sugiere el olor a sobaco marinado que debe de hacer ahí dentro de la cúpula entre bichos, cosas medio muertas y resucitadas y fauna alienígena revenida. A Kaaro, el protagonista de la novela, parece no importarle mucho la zorrera que hay armada y gravita en torno a ella como el resto de protagonistas de la historia. Porque la cúpula hace muchas cosas, entre ellas curar a la gente una vez al año, de todas sus afecciones. Y lo hace a conciencia, como yo cuando monto un mueble de Ikea y me sobran una piezas, me faltan otras y al final me las arreglo para ponerlo de pie por muy chunga que estuviera la cosa. Y eso, en bioingeniería extraterrestre, se llama “hombre con dos penes” en algún caso y muertos vivientes en el extremo contrario de la diversión. Pues ya tenemos zombis en la historia. ¿Que igual vas a la cúpula con un catarrillo de verano y acabas buscando cerebros que comer al día siguiente? Mala suerte,  ya se encargarán de ti las patrullas limpiadoras o animosos ciudadanos armados con bates.

Según avanza la novela, el pastel aumenta con más ingredientes, ¡poderes mentales! Porque Kaaro, nuestro desganado protagonista, es uno de los pocos “sensibles” capaces de introducirse en la mente de otros y de conectarse a la “xenosfera” un espacio mental que no es sino un remedo del ciberespacio de toda la vida en la que los sensibles pueden echar la tarde, crearse avatares y zurrarse (o hacerse el dulce amor) entre ellos. Como twitter ahora, pero sin ofenderse tanto. Y esta es la parte bio/cyberpunk de Rosalera, no excesivamente original, pero ingeniosa ya que se basa en una invasión microscópica de hongos extraterrestres que permiten esta conexión ajena a la tecnología lo que hace que tu novela cyber no envejezca tan mal como las de los 80 y 90, que ahí los tienes cabalgando la red a bordo de sus Spectrum de teclado de goma todavía.

Porque de eso va Rosalera. Dice el autor en algunas entrevistas que es una “invasión lenta” con una clara referencia a los procesos coloniales que forman parte de la historia de África y, concretamente, de Nigeria. Bien traído, Tade. Porque a ver, aparte de la curación del SIDA, la xenosfera, los microorganismos, los poderes mentales, la cúpula, la ciudad Rosalera, ¿qué han hecho por nosotros los extraterrestres? Visto así, pues habrá que dejarles que nos conquisten un poco por lo menos. Que si no, no tenemos historia. Y en eso andamos, a través de una estructura que alterna tres momentos de la historia de Kaaro poniéndonos en antecedentes y que completa la narración del presente con incisos concretos para aclararnos el funcionamiento de cosillas como la xenosfera y los poderes del protagonista. Por sacar algún defecto al libro, la verdad es que se hace un poco confusa la estructura al repetir protagonistas y escenario en los tres momentos. Pero nada grave, porque el estilo de Thompson es ágil, rápido y, algo que escritores experimentados parecen evitar, dinámico: siempre pasan cosas. Hay persecuciones, escenas de pelea a gorrazos con extraterrestres, tiros, bombas… todas esas cosas que nos gustan que pasen a otros, especialmente si es ficción. 

Rosalera forma parte de una trilogía de la que solo falta la tercera por aparecer. En este primer título hay suficientes cabos sueltos como para justificar la continuación de la obra. De hecho, todo son cabos sueltos y eso es lo que hace interesante toda la historia. Nada está muy claro, todo son teorías y suposiciones, como el enigmático capítulo dedicado a los Estados Unidos. ¿Hueles eso? Es el aroma de la buena scifi. Por cierto, hay que decir que leeréis muchas reseñas de este libro (porque no os fiaréis de mi, con buen criterio) y la palabra afropunk estará en muchas de ellas. Pocas veces una etiqueta ha resultado tan injusta, ya que sugiere un estilo, una forma de hacer propia, autóctona y un leve aroma exótico que nos sugiere un escritor nigeriano que ha sobrevivido a dickensianas dificultades para convertirse en escritor de ciencia ficción y que nos habla de sus cositas, allí en Nigeria. No es el caso (tampoco pasaría nada si lo fuera). Tade Thompson es británico, y Nigeria es el escenario como podría haber sido Colmenar Viejo. Porque no importa el origen si hay una buena historia. Y en Rosalera la tenemos. Sin esconderse en atavismos, en recursos estilísticos, ni en oscuras referencias, pero con personalidad. Y, ya cerrando la caja de herramientas de las frases hechas, solo queda decir que la única etiqueta justa para Rosalera es la de nuestra buena amiga, la clásica ciencia ficción. 

lunes, 2 de septiembre de 2019

Vídeo: Presentación de la revista Windumanoth (Celsius 2019)

Llega septiembre y vuelven el cole, el trabajo... ¡y los vídeos del Celsius a Sense of Wonder! Hoy me alegra poder ofreceros la grabación de lo se está ya convirtiendo en la tradicional apertura del festival: la presentación de la revista Windumanoth. 

Participan Cristina Macía (brevemente), Álex Sebastián, Daniel Pérez, Isa J. González y Ana Casanova. 

¡Que lo disfrutéis!


   

domingo, 18 de agosto de 2019

Ganadores de los Premios Hugo 2019

Se acaban de anunciar los ganadores de los Premios Hugo 2019. Los podéis ver a continuación, en negrita, junto con el resto de finalistas:

Mejor novela

  • The Calculating Stars, by Mary Robinette Kowal (Tor)
  • Record of a Spaceborn Few, by Becky Chambers (Hodder & Stoughton / Harper Voyager)
  • Revenant Gun, by Yoon Ha Lee (Solaris)
  • Space Opera, by Catherynne M. Valente (Saga)
  • Spinning Silver, by Naomi Novik (Del Rey / Macmillan)
  • Trail of Lightning, by Rebecca Roanhorse (Saga)

Mejor novela corta

  • Artificial Condition, by Martha Wells (Tor.com Publishing)
  • Beneath the Sugar Sky, by Seanan McGuire (Tor.com Publishing)
  • Binti: The Night Masquerade, by Nnedi Okorafor (Tor.com Publishing)
  • The Black God’s Drums, by P. Djèlí Clark (Tor.com Publishing)
  • Gods, Monsters, and the Lucky Peach, by Kelly Robson (Tor.com Publishing)
  • The Tea Master and the Detective, by Aliette de Bodard (Subterranean Press / JABberwocky Literary Agency)

Mejor relato

  • “If at First You Don’t Succeed, Try, Try Again,” by Zen Cho (B&N Sci-Fi and Fantasy Blog, 29 November 2018)
  • “The Last Banquet of Temporal Confections,” by Tina Connolly (Tor.com, 11 July 2018)
  • “Nine Last Days on Planet Earth,” by Daryl Gregory (Tor.com, 19 September 2018)
  • The Only Harmless Great Thing, by Brooke Bolander (Tor.com Publishing)
  • “The Thing About Ghost Stories,” by Naomi Kritzer (Uncanny Magazine 25, November- December 2018)
  • “When We Were Starless,” by Simone Heller (Clarkesworld 145, October 2018)

Mejor relato corto

  • “The Court Magician,” by Sarah Pinsker (Lightspeed, January 2018)
  • “The Rose MacGregor Drinking and Admiration Society,” by T. Kingfisher (Uncanny Magazine 25, November-December 2018)
  • “The Secret Lives of the Nine Negro Teeth of George Washington,” by P. Djèlí Clark (Fireside Magazine, February 2018)
  • “STET,” by Sarah Gailey (Fireside Magazine, October 2018)
  • “The Tale of the Three Beautiful Raptor Sisters, and the Prince Who Was Made of Meat,” by Brooke Bolander (Uncanny Magazine 23, July-August 2018)
  • “A Witch’s Guide to Escape: A Practical Compendium of Portal Fantasies,” by Alix E. Harrow (Apex Magazine, February 2018)

Mejor serie

  • The Centenal Cycle, by Malka Older (Tor)
  • The Laundry Files, by Charles Stross (most recently Tor.com Publishing/Orbit)
  • Machineries of Empire, by Yoon Ha Lee (Solaris)
  • The October Daye Series, by Seanan McGuire (most recently DAW)
  • The Universe of Xuya, by Aliette de Bodard (most recently Subterranean Press)
  • Wayfarers, by Becky Chambers (Hodder & Stoughton / Harper Voyager)

Mejor obra relacionada

  • Archive of Our Own, a project of the Organization for Transformative Works
  • Astounding: John W. Campbell, Isaac Asimov, Robert A. Heinlein, L. Ron Hubbard, and the Golden Age of Science Fiction, by Alec Nevala-Lee (Dey Street Books)
  • The Hobbit Duology (documentary in three parts), written and edited by Lindsay Ellis and Angelina Meehan (YouTube)
  • An Informal History of the Hugos: A Personal Look Back at the Hugo Awards, 1953- 2000, by Jo Walton (Tor)
  • www.mexicanxinitiative.com: The Mexicanx Initiative Experience at Worldcon 76 (Julia Rios, Libia Brenda, Pablo Defendini, John Picacio)
  • Ursula K. Le Guin: Conversations on Writing, by Ursula K. Le Guin with David Naimon (Tin House Books)

Mejor historia gráfica

  • Abbott, written by Saladin Ahmed, art by Sami Kivelä, colours by Jason Wordie, letters by Jim Campbell (BOOM! Studios)
  • Black Panther: Long Live the King, written by Nnedi Okorafor and Aaron Covington, art by André Lima Araújo, Mario Del Pennino and Tana Ford (Marvel)
  • Monstress, Volume 3: Haven, written by Marjorie Liu, art by Sana Takeda (Image Comics)
  • On a Sunbeam, by Tillie Walden (First Second)
  • Paper Girls, Volume 4, written by Brian K. Vaughan, art by Cliff Chiang, colours by Matt Wilson, letters by Jared K. Fletcher (Image Comics)
  • Saga, Volume 9, written by Brian K. Vaughan, art by Fiona Staples (Image Comics)

Mejor presentación dramática, forma larga

  • Annihilation, directed and written for the screen by Alex Garland, based on the novel by Jeff VanderMeer (Paramount Pictures / Skydance)
  • Avengers: Infinity War, screenplay by Christopher Markus and Stephen McFeely, directed by Anthony Russo and Joe Russo (Marvel Studios)
  • Black Panther, written by Ryan Coogler and Joe Robert Cole, directed by Ryan Coogler (Marvel Studios)
  • A Quiet Place, screenplay by Scott Beck, John Krasinski and Bryan Woods, directed by John Krasinski (Platinum Dunes / Sunday Night)
  • Sorry to Bother You, written and directed by Boots Riley (Annapurna Pictures)
  • Spider-Man: Into the Spider-Verse, screenplay by Phil Lord and Rodney Rothman, directed by Bob Persichetti, Peter Ramsey and Rodney Rothman (Sony)

Mejor presentación dramática, forma corta

  • The Expanse: “Abaddon’s Gate,” written by Daniel Abraham, Ty Franck and Naren Shankar, directed by Simon Cellan Jones (Penguin in a Parka / Alcon Entertainment)
  • Doctor Who: “Demons of the Punjab,” written by Vinay Patel, directed by Jamie Childs (BBC)
  • Dirty Computer, written by Janelle Monáe, directed by Andrew Donoho and Chuck Lightning (Wondaland Arts Society / Bad Boy Records / Atlantic Records)
  • The Good Place: “Janet(s),” written by Josh Siegal & Dylan Morgan, directed by Morgan Sackett (NBC)
  • The Good Place: “Jeremy Bearimy,” written by Megan Amram, directed by Trent O’Donnell (NBC)
  • Doctor Who: “Rosa,” written by Malorie Blackman and Chris Chibnall, directed by Mark Tonderai (BBC)

Mejor editor profesional, forma corta

  • Neil Clarke
  • Gardner Dozois
  • Lee Harris
  • Julia Rios
  • Lynne M. Thomas and Michael Damian Thomas
  • E. Catherine Tobler

Mejor editor profesional, forma larga

  • Sheila E. Gilbert
  • Anne Lesley Groell
  • Beth Meacham
  • Diana Pho
  • Gillian Redfearn
  • Navah Wolfe

Mejor ilustrador profesional

  • Galen Dara
  • Jaime Jones
  • Victo Ngai
  • John Picacio
  • Yuko Shimizu
  • Charles Vess

Mejor semiprozine

  • Beneath Ceaseless Skies, editor-in-chief and publisher Scott H. Andrews
  • Fireside Magazine, edited by Julia Rios, managing editor Elsa Sjunneson-Henry, social coordinator Meg Frank, special features editor Tanya DePass, founding editor Brian White, publisher and art director Pablo Defendini
  • FIYAH Magazine of Black Speculative Fiction, executive editors Troy L. Wiggins and DaVaun Sanders, editors L.D. Lewis, Brandon O’Brien, Kaleb Russell, Danny Lore, and Brent Lambert
  • Shimmer, publisher Beth Wodzinski, senior editor E. Catherine Tobler
  • Strange Horizons, edited by Jane Crowley, Kate Dollarhyde, Vanessa Rose Phin, Vajra Chandrasekera, Romie Stott, Maureen Kincaid Speller, and the Strange Horizons Staff
  • Uncanny Magazine, publishers/editors-in-chief Lynne M. Thomas and Michael Damian Thomas, managing editor Michi Trota, podcast producers Erika Ensign and Steven Schapansky, Disabled People Destroy Science Fiction Special Issue editors-in-chief Elsa Sjunneson-Henry and Dominik Parisien

Mejor fanzine

  • Galactic Journey, founder Gideon Marcus, editor Janice Marcus
  • Journey Planet, edited by Team Journey Planet
  • Lady Business, editors Ira, Jodie, KJ, Renay & Susan
  • nerds of a feather, flock together, editors Joe Sherry, Vance Kotrla and The G
  • Quick Sip Reviews, editor Charles Payseur
  • Rocket Stack Rank, editors Greg Hullender and Eric Wong

Mejor fancast

  • Be the Serpent, presented by Alexandra Rowland, Freya Marske and Jennifer Mace
  • The Coode Street Podcast, presented by Jonathan Strahan and Gary K. Wolfe
  • Fangirl Happy Hour, hosted by Ana Grilo and Renay Williams
  • Galactic Suburbia, hosted by Alisa Krasnostein, Alexandra Pierce, and Tansy Rayner Roberts, produced by Andrew Finch
  • Our Opinions Are Correct, hosted by Annalee Newitz and Charlie Jane Anders
  • The Skiffy and Fanty Show, produced by Jen Zink and Shaun Duke, hosted by the Skiffy and Fanty Crew

Mejor escritor amateur

  • Foz Meadows
  • James Davis Nicoll
  • Charles Payseur
  • Elsa Sjunneson-Henry
  • Alasdair Stuart
  • Bogi Takács

Mejor ilustrador amateur

  • Sara Felix
  • Grace P. Fong
  • Meg Frank
  • Ariela Housman
  • Likhain (Mia Sereno)
  • Spring Schoenhuth

Mejor libro ilustrado

  • The Books of Earthsea: The Complete Illustrated Edition, illustrated by Charles Vess, written by Ursula K. Le Guin (Saga Press /Gollancz)
  • Daydreamer’s Journey: The Art of Julie Dillon, by Julie Dillon (self-published)
  • Dungeons & Dragons Art & Arcana: A Visual History, by Michael Witwer, Kyle Newman, Jon Peterson, Sam Witwer (Ten Speed Press)
  • Spectrum 25: The Best in Contemporary Fantastic Art, ed. John Fleskes (Flesk Publications)
  • Spider-Man: Into the Spider-Verse – The Art of the Movie, by Ramin Zahed (Titan Books)
  • Tolkien: Maker of Middle-earth, ed. Catherine McIlwaine (Bodleian Library)

Premio John W. Campbell al mejor autor novel

  • Katherine Arden (2nd year of eligibility)
  • S.A. Chakraborty (2nd year of eligibility)
  • R.F. Kuang (1st year of eligibility)
  • Jeannette Ng (2nd year of eligibility)
  • Vina Jie-Min Prasad (2nd year of eligibility)
  • Rivers Solomon (2nd year of eligibility)

Premio Lodestar al mejor libro juvenil

  • The Belles, by Dhonielle Clayton (Freeform / Gollancz)
  • Children of Blood and Bone, by Tomi Adeyemi (Henry Holt / Macmillan Children’s Books)
  • The Cruel Prince, by Holly Black (Little, Brown / Hot Key Books)
  • Dread Nation, by Justina Ireland (Balzer + Bray)
  • The Invasion, by Peadar O’Guilin (David Fickling Books / Scholastic)
  • Tess of the Road, by Rachel Hartman (Random House / Penguin Teen)