lunes, 9 de mayo de 2016

Antonio Díaz reseña Central Station, de Lavie Tidhar

Central Station, de Lavie Tidhar, es uno de los libros más esperados este año entre los aficionados a la ciencia ficción. Antonio Díaz, siempre al pie del cañón, nos trae un análisis de esta novela con forma de fix-up. ¡Espero que os guste!

Banda sonora de la reseña: Antonio sugiere leer esta reseña escuchando Mix Tel Aviv, de Kutiman (YouTube). 

Lavie Tidhar, autor nacido en Israel y residente en Inglaterra, llamó mi atención con la publicación de la traducción de su primer éxito: Osama. En esa novela, el detective protagonista es contratado para encontrar al mismísimo Osama Bin Laden, que en este mundo alternativo no es un terrorista, sino un escritor de novelas pulp bastante esquivo. Un planteamiento cuanto menos polémico con el que cosechó nominaciones al John W. Campbell y al BSFA y se llevó el gato al agua con el World Fantasy Award.

En Osama, Tidhar imagina un mundo alternativo, un planeta Tierra que nunca fue (pero pudo haber sido). De nuevo hace gala de esa capacidad con Central Station, un fix-up de historias cortas que han sido publicadas en otros medios y que ha agrupado y adaptado para esta novela. 

En Central Station hay muchos personajes: un médico especialista en genética prenatal que vuelve a casa tras muchísimos años fuera; un robotnik superviviente de guerras de las que ya nadie se acuerda; un coleccionista de literatura barata en un mundo donde todo el mundo está permanentemente conectado a Internet; un hombre que no puede escapar de un pozo lleno de recuerdos de los que no puede distinguir los suyos propios; una vampiresa de la mente y muchos, muchos más. Estos personajes, que imagino serían el núcleo de los relatos originales, se entrelazan en la novela sin fisuras. Están conectados entre sí por un entramado de relaciones y Tidhar salta de uno a otro con soltura y eficiencia sin confundir nunca al lector. En su mayoría están perfectamente perfilados y en un par de páginas el autor consigue que te identifiques con ellos.

Sin embargo, a pesar del elevado número de puntos de vista, sólo hay un protagonista: la propia Estación Central. Tidhar dibuja un cuadro muy evocador con precisión. La Estación Central es el nodo de comunicaciones de la Tierra con el Sistema Solar. Se alza imponente sobre la ciudad de Tel Aviv, se extiende formando su propia comunidad y se hunde bajo tierra hasta sus raíces. El autor nos habla, no sólo de los personajes, sino también del entramado histórico de la ciudad de una forma muy asequible y amena. Tras leer el libro, que apenas supera las doscientas páginas, me da la impresión de saber mucho sobre la historia de la estación sin tener que haber sufrido ningún infodump.

La prosa de Tidhar es uno de los puntos fuertes de la novela. Resulta elaborada sin ser serpentina y poética sin ser aburrida. Inventa muchas palabras como Schrödingering, robotnik, shebeen, kathoey… pero en ningún momento entorpece la lectura, sino que le dota de matices. También hace gala de varios lenguajes inventados como el Battle Yiddish (una mezcla de alemán con, imagino, hebreo) o el Asteroid Pidgin (una versión muy fonética del inglés). Todo esto, con el esfuerzo que realiza para ilustrar el transcurrir de la vida diaria de los personajes, sirve para añadir más losetas al maravilloso mosaico que es la novela.

La imaginación que impregna la novela no se aprecia sólo en los términos que acuña ni en los lenguajes que desarrolla, sino en las ideas que incorpora. Central Station está bien sembrada de ideas frescas y bien hiladas. Sin embargo, la clave principal de su desarrollo, relacionada con las inteligencias artificiales digitales llamadas “The Others”, la he encontrado un tanto inacabada y fallida. Entiendo que eso, al igual que la falta de un pilar argumental sobre el que descanse la novela, es parte de su naturaleza como fix-up.

Definitivamente, es una novela que se disfruta más como viaje, que puede degustarse en pequeñas dosis pero que puede, quizás, empalagar un poquito si se degusta apresuradamente. Como dice el refrán: “lo bueno, si breve, dos veces bueno”. En este caso, su brevedad le hace un increíble favor, porque en ningún momento cansa ni se vuelve repetitiva.

2 comentarios:

  1. Hola :) de este habéis hablado mucho en el podcast como en muchos blogs que reseñáis novedades inglesas y le tengo muchas ganas. Un fix up interesante que si no entendí mal se van engarzando unas a otras por personajes que aparecen en la historia anterior, o que tienen algún parentesco con personajes del anterior relato. La estructura me gusta mucho, aunque es una pena eso que comentas de The Others, por que se ve un concepto interesante. Ya que le van a publicar el año que viene por aquí A man lies dreaming, a ver si se animan con esta también :)

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  2. Sí, la estructura es como dices. A ver si lo publican aquí, porque con la traducción de Osama parece que no tuvo mucha suerte :/

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