lunes, 30 de octubre de 2017

Antonio Díaz reseña Dogs of War, de Adrian Tchaikovsky

¡Duelo de reseñas! Hace unos días publicábamos la reseña de Borja Bilbao de Dogs of War, la nueva novela de Adrian Tchaikovsky, y Antonio Díaz no ha querido quedarse con las ganas de expresar su opinión. Así que lo tenemos hoy ofreciendo también su visión de esta obra. ¡Espero que os guste!

Banda sonora de la reseña: Antonio sugiere leer esta reseña escuchando Dogs of War, de Blues Saraceno (YouTube, Google Play Music).

Adrian Tchaikovsky es un autor que entró en mi radar en 2014 cuando visitó Avilés para la tercera edición del festival Celsius 232. Recuerdo que cuando se publicó la noticia de que asistiría, junto con el comentario de que no se había traducido ninguna obra suya al español, me picó la curiosidad. En aquella época yo vivía en el Reino Unido y estaba aficionándome a comprar y leer en inglés. Me hice con un ejemplar de Empire in Black and Gold, la primera entrega de su decalogía Shadow of the Apt, y con un poco de esfuerzo, todavía estaba empezando a con los libros en inglés, me la leí. A pesar de su condición de opera prima, apunta maneras de lo que luego caracterizaría el estilo del autor. No hace falta decir que hice cola para que me firmase el libro con una sonrisa de oreja a oreja (soy un poco mitómano con los autores) y, allí esperando, conocí al magnífico Bandinnelli, pero eso ya es otra historia.

Tchaikovsky terminó su larga saga sobre fantasía y humanos con rasgos de insectos y empezó un rápido ritmo de publicaciones que todavía no se ha detenido. Shadow of the Apt comenzó a publicarse en 2008 y su décima entrega vio la luz en 2014. Desde entonces ha publicado seis novelas (¡en tres años!), dos colecciones de historias cortas ambientadas en su universo de Shadow of the Apt y algún relato suelto para antologías.

Dogs of War es su última novela, aunque simultáneamente se publica la novela corta Ironclads, y está ambientada en un futuro muy cercano donde los soldados humanos son sustituidos por ‘bioformas’, versiones mejoradas de animales, para combatir en las guerras de todo el mundo. En un primer momento los humanos son sustituidos por robots, pero estos prueban ser poco fiables:
“Machines hacked by machines hacked by machines until it was all corrupted code and nobody had any control over what was going on there. Abruptly nobody had wanted to hire a robot army. It had looked as though the human race was going to have to make do with waging war the old-fashioned way, with human flesh and blood. But more than a few far-sighted weapons divisions had seen the collapse coming. They’d already been working on options. 
Encryption had come a long way since then; there were plenty of cyberneticists saying it was time to give the robots another crack of the whip. Hartnell kept professional tabs on a number of replacement soldier programs aiming for the infallible and perfect robot infantryman. But the footage from Kashmir was still in people’s minds. It had been a humanitarian disaster. Parts of the region remained no-go zones because some of those machines were still going strong, drinking in the sunlight and killing anything that moved. 
Thus leading to the rise of Bioform infantry; thus to the age of the dog […]”
El protagonista absoluto es Rex, un perro de más de dos metros, creado en un laboratorio y modificado y mejorado cibernéticamente para combatir más ferozmente y sin las limitaciones de un ser humano (ni las vulnerabilidades de una máquina). Rex es el líder de un comando de ‘multiformas’, formado por otros animales mejorados. Su punto de vista en primera persona está intercalado con otro (de narrador desconocido) y otros puntos de vista menores que se usan para ampliar la perspectiva limitada de Rex y permitir al autor extender sus ideas.

La novela tiene una estructura un tanto compleja, que no complicada, y mezcla muchas ideas y conceptos. Dogs of War es parte novela de ciencia ficción militarista, parte especulación legal y social, parte historia sobre la singularidad y parte oda al libre albedrío. Cuando la estaba terminando, pensé que incluso se podría haber publicado por entregas, con la mayor parte de las historias sueltas y sólo vinculadas por algunos de sus personajes (sobre todo a partir de la mitad del libro). La mezcla se extiende también a similitudes con otras novelas. La historia de Rex tiene un aire a Flores para Algernón de Keyes (según me han dicho) pero también veo una versión más ligera de The Mechanical de Tregillis (con el tema de la personalidad y el libre albedrío) e incluso una versión más tímida de la evolución y las mentes no humanas de Children of Time, del propio Tchaikovsky, entre otras obras.

La principal ventaja de esta dispersión de ideas es que si el lector no ha visto alguna de ellas plenamente desarrollada, va a disfrutar con el sentido de la maravilla que exuda la novela. Su desventaja es que no termina de profundizar plenamente en ninguna de ellas, con lo que el público veterano la puede encontrar un tanto sencilla.

La novela comienza con un prólogo muy atrayente para entrar seguidamente en una historia bastante típica. Sin embargo, Dogs of War va de menos a más y Tchaikovsky despacha pronto la parte más obvia de la novela para poder explorar todas las ideas que plantea. Su estilo sigue siendo más eficiente que detallado y hubiera apreciado alguna descripción más y un poco más de detalle en los secundarios. Dicho esto, es una novela donde la acción está muy bien medida y que, pese a ser eminentemente especulativa, ha conseguido emocionarme en algunos momentos con estos animales tan humanos.

Los lectores más veteranos de ciencia ficción quizá no le encuentren nada novedoso, pero disfrutarán de una novela bien conceptualizada y mejor ejecutada. Los más novatos, como yo, quedarán maravillados con las posibilidades que ofrece el futuro, y se preguntarán si las cosas que Tchaikovsky nos cuenta en Dogs of War serán verdaderamente posibles algún día.

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