Banda sonora de la reseña: Sugiero leer esta reseña escuchando Oliver Learns the Hard Way, compuesta por Rachel Portman para la película Oliver Twist (Spotify, Youtube).
Este año he intentado prestar algo más de atención a la literatura juvenil y he leído y reseñado varios libros escritos por autores a los que sigo habitualmente cuando escriben "para adultos". Me refiero a obras como The Rithmatist de Brandon Sanderson, The Department of Cautionary Tales de Katy Stauber o Zombie Baseball Beatdown de Paolo Bacigalupi. Sin embargo, el libro "juvenil" que más me ha gustado últimamente (y, de hecho, uno de los mejores libros que he leído este año) ha venido de un autor completamente desconocido para mí hasta ahora: Edward Carey, que con Heap House me ha conquistado completamente.
Heap House es uno de esos libros que empiezas a leer sin referencias de ningún tipo (como le gusta a mi amigo Pedro Román) pero que a las pocas páginas ya te han convencido de que tienes una verdadera joya entre las manos. Y es que la prosa de Edward Carey es brillante, exuberante, por momentos deslumbrante, especialmente en los
capítulos de Clod Iremonger (uno de los dos protagonistas princiaples de la historia), varios de los cuales son de lo mejor que he leído
en muchísimo tiempo. Éste es uno de esos libros que invitan a pararse, releer y degustar
tranquilamente párrafos enteros. Si no, comprobadlo vosotros mismos con este pequeño fragmento del primer capítulo:
I could not understand the words of the noises at first. At first it was just sounds and rustles, clinks, clicks, smacks, taps, claps, bangs, rumbles, crumblings, yelps, moans, groans, that sort of thing. Not very loud mostly. Sometimes unbearably so. When I could speak I should keep saying, ‘Who said that? Who said that?’ or ‘Be quiet. Shut up you, you’re nothing but a washcloth!’ or ‘Will you shut up, you chamber pot!’ because it seemed to me that objects, ordinary everyday objects, were speaking to me in human voices.
o con este maravilloso párrafo, uno de mis preferidos de la novela:
Some people are pamphlets. Some people are bibles. Some people are as many volumes as an encyclopedia. Some people are leather bound, some have no bindings at all. Some are only a paragraph in length. Some people are large print, others are italics. Some people are good to read, some people cannot be read. Some people are like maps, some people have their pages stuck together, some people are locked diaries. Some people are hand written. Some people have illustrations. Some people are written in a foreign language. Some people smell of mildew, others of fresh ink. Some people are born to be read by many many people, others stay on the shelf.
Pero Heap House no es sólo un libro bien escrito. Heap House es una novela original y posee una voz propia muy definida, aunque también tiene ecos de grandes
obras y autores clásicos y modernos: Oliver Twist de Dickens; Nuestra Señora de las Tinieblas, de Fritz
Leiber; La estación de la calle Perdido de Miéville; La ciudad de los libros soñadores, de Walter Moers; Otra vuelta de tuerca, de Henry James; Palimpsest,
de Catherynne M. Valente; Gormenghast de Mervyn Peake… Es una obra de difícil clasificación, aunque quizá podríamos decir que es una fantasía gótica con algunos toques de weird e incluso de terror. En cualquier caso, y etiquetas aparte, lo que está claro es que es una auténtica maravilla.
Por si esto fuera poco, Carey, consigue también conjurar una ambientación subyugante y crear una trama misteriosa e intrigante. La historia de la familia Iremonger es de lo más peculiar y muchas de las cosas que suceden en la casa que da título a la novela son muy, muy extrañas. Pese
a todo ello, el libro es fácil de seguir y, aunque tiene un tono surrealista y
alegórico (sobre todo en lo social) muy marcado, su curiosa y fascinante lógica interna
resulta clara y hasta natural. De hecho, ir descubriendo cómo encajan todos los elementos es un auténtico placer. El
final, además, es sorprendente y consigue dejar todas las piezas situadas del mejor modo posible para la continuación de esta novela, que es sólo la primera de una trilogía (algo de lo que me alegro enormemente).
Otro aspecto que merece una mención especial son las maravillosas ilustraciones del libro, algunas de las cuales podéis ver en esta misma entrada. Realizadas por el propio Carey, capturan de forma perfecta esa atmósfera gótica y un poco opresiva (pero terriblemente hermosa a su particular manera) que envuelve a la historia de Clod Iremonger y Lucy Pennant. Os animo a leer este estupendo artículo en el que el autor explica varios detalles sobre la creación de las mismas y os invito a visitar su espléndida página, que también contiene ilustraciones de sus anteriores novelas.
Me es difícil sacarle peros a este libro, que me ha enamorado de principio a fin. Quizá, poniéndome un poco quisquilloso, podría decir que el estilo de los capítulos narrados por Clod Iremonger es tan
subyugante que los demás palidecen por comparación y que una pequeña parte de la
trama (en el último tercio del libro) resulta, tal vez, demasiado sencilla. Pero esto son meros detalles que no consiguen empañar el brillo de una de las novelas que más he disfrutado en los últimos tiempos.
Heap House es, pues, un libro que recomiendo encarecidamente a todos los amantes de la fantasía bien escrita. Para mí ha sido una gratísima sorpresa y ha supuesto el descubrimiento de Edward Carey, un autor al que pienso seguir de cerca. Por el momento, sus dos novelas anteriores (Observatory Mansions y Alva & Irva) ya están en mi punto de mira y me las pienso auto-regalar en cuanto tenga una mínima excusa para ello. Y, por supuesto, espero con ansiedad la siguiente entrega de las aventuras de los Iremonger. ¡Ojalá llegue muy pronto!
¿Por qué será que los libros juveniles no nos gustan, si no que "nos enamoran de principio a fin"? Debe ser algo de que sacan el niño interior, o que nos rejuvenecen, o yo que sé, pero es cierto que si das con un libro juvenil bueno, y lo disfrutas, te enterneces. Como que le tienes más cariño que a una novela para adultos.
ResponderEliminarPues no lo había visto así, pero vas a tener razón. Algo de especialmente entrañable tiene este tipo de libros.
ResponderEliminarPuede ser porque sus virtudes se recuerdan mejor con el paso del tiempo, o porque nos recuerdan a épocas 'más felices', aunque los leamos ya con unos años.
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