Banda sonora de la reseña: Sugiero leer esta reseña escuchando Visions, de Stratovarius (Spotify, YouTube).
De un tiempo a esta parte se ha puesto de moda el que distintas fundaciones, asociaciones o empresas editen antologías gratuitas de relatos de ciencia ficción que, de alguna manera, intentan predecir tendencias futuras en distintos campos. El año pasado, por ejemplo, os hablaba de An Aura of Familiarity y en los últimos meses hemos visto la publicación de libros como War Stories from the Future, Pwning Tomorrow o el que hoy nos ocupa: Future Visions.
Vaya por delante que estas iniciativas me parecen excelentes en todos los sentidos. Ayudan a promover la ciencia ficción, hacen reflexionar sobre nuestro futuro como sociedad y refuerzan los vínculos entre las artes y las ciencias. Además, los autores elegidos para estos proyectos suelen ser de lo mejorcito del género.
Sin embargo, y a lo mejor es por pura casualidad, me he llevado un chasco con las dos antologías de este tipo que he leído hasta el momento: An Aura of Familiarity y Future Visions. Y no es que Future Visions me haya parecido tan mala como An Aura of Familiarity (que tenía algunos relatos simplemente ilegibles y sólo se veía redimida por la maravillosa "Water", de Ramez Naam), pero me ha dejado muy, muy frío y creo que es una obra de la que se puede prescindir perfectamente sin miedo a perderse nada especialmente relevante.
Future Visions lleva el subtítulo de Science Fiction Inspired by Microsoft y, paradójicamente, y obviando los chistes fáciles sobre pantallazos azules de la muerte, inspiración es lo que más le falta a la mayoría de los relatos. No deja de ser un poco triste ver cómo autores consagrados como Greg Bear, Nancy Kress o Elizabeth Bear recurren a clichés y estereotipos para ofrecernos un puñado de relatos con innegable oficio pero muy poca alma.
Por ejemplo, en casi todos los casos, el protagonista principal es un científico. ¿De verdad no hay otra forma de hablar sobre proyectos tecnológicos revolucionarios que a través del típico y tópico investigador obsesionado con su trabajo? Es que en algunos casos la cantidad de lugares comunes es tal que llega a dar un poco de vergüenza ajena, como en el comienzo de "Riding With the Duke", de Jack McDevitt:
Walter Peacock knew from his earliest days that he was not like the other kids. While they talked of growing up to be state troopers, firefighters, and race car drivers, he dreamed of becoming a scientist. And much more. Eventually, he would join the ranks of Alan Guth, Freeman Dyson, and Peter Higgs. (...)
High school was a debilitating experience. He had few friends, and the girls pretty much never noticed him. He took a cousin to the prom. After graduation he attended the University of Tennessee, where he majored in physics and went to earn a master's degree. By then he'd read The Double Helix, A Brief History of Time, Shadows of the Mind, and Surely You're Joking, Mr. Feynman! Among numerous others.
Por si esta falta de originalidad no fuera suficiente, la mayor parte de las historias recurren a las tecnologías más evidentes (traducción automática, computación cuántica, realidad virtual...) de la forma más trillada posible (¿otro cuento sobre ordenadores cuánticos y copias de científicos venidos de universos paralelos? ¿De verdad?). Y, encima, varios de ellos, como "Hello, Hello", de Seanan McGuire, o "Another Word for World" son de una simpleza tal en la trama que el "sorprendente giro final" se ve venir desde prácticamente la primera página. Hablando de tramas simples, por cierto, la palma se la lleva "A Cop's Eye", un cómic de Blue Delliquanti y Michele Rosenthal que parece destinado a niños de nueve o diez años.
Los únicos autores que se atreven a hacer algo un poco más imaginativo en cuanto a ambientación son Ann Leckie (que, sin embargo y como acabo de mencionar, se queda a medias por lo predecible de la trama) y Robert J. Sawyer. De hecho, "Looking for Gordo" me parece, sin ser nada del otro jueves, el único relato que quizá sería interesante rescatar de toda la antología y el único en el que autor da la impresión de haberse involucrado un poco más allá de simplemente cumplir con un compromiso.
En resumen, Future Visions es una obra que parte de una muy buena idea pero que adolece de una preocupante falta de imaginación. No me malinterpretéis: ningún relato de los incluidos en el libro es malo (los autores escogidos son mucho más solventes que todo esto), pero tampoco ninguno de ellos hace un esfuerzo por mostrar nuevas ideas o explorar nuevos terrenos, algo que es precisamente lo que se espera de este tipo de proyectos. Esperemos que en futuras antologías de este estilo los autores demuestren mayor valentía y capacidad de innovación, porque estas Visions se han quedado casi al nivel del Windows Vista.
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