lunes, 30 de abril de 2018

Antonio Díaz reseña Kings of the Wyld, de Nicholas Eames


Antonio Díaz es un enamorado de la buena fantasía y siempre está a la búsqueda de nuevos títulos de este género que se nos puedan haber pasado desapercibidos. ¿Habíais oído hablar de Kings of the Wyld, de Nicholas Eames? Pues después de esta reseña, es muy posible que la apuntéis en vuestra lista de deseos. ¡Espero que os guste!

Banda sonora de la reseña: Antonio sugiere leer esta reseña escuchando Kings of Metal, de Manowar, pero en la versión de Van Canto (Spotify, YouTube)

Uno de los libros de fantasía sin traducir al español que más veo mencionados en las redes sociales es Kings of the Wyld, la ópera prima de Nicholas Eames. En la novela, Gabriel (anteriormente conocido como Golden Gabe), inicia un viaje para reunir de nuevo a los miembros de su banda: Clay, Ganellon, Moog y Matrick. El motivo es que su hija, la alocada Rose, ha decidido seguir los pasos de su padre como aventurero/mercenario y ha quedado atrapada dentro de una ciudad asediada por un ejército de monstruos.

El planteamiento de la novela no es precisamente original: un grupo de aventureros o mercenarios retirados que deciden volver a juntarse para enfrentarse a la que sea, posiblemente, la hazaña más arriesgada de sus carreras. Pero recordad, ¡esta vez es personal! Sólo en obras de fantasía de los últimos años fácilmente puedo pensar en otros dos ejemplos con la misma idea de base: la magnífica The Builders, de Daniel Polansky, y la fallida pero interesante Snakewood, de Adrian Selby. Y por supuesto un sin fin de películas donde la banda/equipo/grupo se une de nuevo, como la particularmente popular saga de Ocean’s Eleven.

Eames toma esta idea inicial y nos conduce por los tropos acostumbrados: miembros que han abandonado la aventura y la violencia en favor de una existencia más tranquila, otros que han caído en desgracia, uno que siempre ha sido más afortunado que los demás y el típico miembro que nunca ha podido superar esa etapa de su vida, etc. Sin embargo y a pesar de lo que pudiera parecer, no nos encontramos ante una novela grimdark propiamente dicha. Eames huye de la moralidad gris de sus protagonistas, que son héroes por derecho propio, carecen de dobles estándares y se precian de ser los ‘buenos’. De igual manera, la mayoría de los antagonistas en Kings of the Wyld son verdaderamente malos. Eames ofrece un trasfondo a las motivaciones de estos antagonistas (alguno más verosímil que otro), pero no es lo que termina de convencer al lector, que puede apreciar un claro ‘buenos’ contra ‘malos’ o ‘héroes’ contra ‘villanos’. 

Kings of the Wyld tiene, al igual que Ocean’s Eleven, un fuerte componente de comedia. Los diálogos de los miembros de Saga (la banda mercenaria de Gabe y los demás) son divertidísimos y hay un personaje en particular que es básicamente un alivio cómico con patas. Además, Eames equipara a los grupos de aventureros de su mundo con las bandas de rock and roll, comparación acertada y, a la vez, hilarante. Los viejos miembros de Saga ven como las nuevas bandas se disfrazan de forma temática para crear una ‘marca’, incluyendo tinte para el pelo, maquillaje y atuendos y nombres ridículos. Gabe, Clay y los demás son una banda ‘a la vieja usanza’, cuando las cosas eran mejores, los ‘trabajitos’ (‘gigs’ en el original) eran más honestos y no había que disfrazarse y pintarse como una puerta para destacar. Entiendo que la novela posiblemente tenga muchas referencias a grupos de música rock, pero personalmente no he cazado ni una sola.

Kings of the Wyld tiene muchos puntos fuertes, y particularmente los personajes son uno de ellos. Eames ha pasado bastante tiempo creando voces características para sus protagonistas y los miembros de su banda son distintos e interesantes. Cada uno tiene sus motivos para estar donde está y se han visto afectados por su pasado. Los antagonistas, particularmente Jain y Larkspur, son de los personajes más interesantes de la novela e incluso los más despreciables, como Kallorek, están bien definidos y tratados.

Hasta cierto punto y por lo que había ido leyendo por ahí, me esperaba una novela gamberra y entretenida, con un buen plantel de personajes. Lo que no me esperaba es un proceso de creación de mundos tan crítico con la fantasía más clásica. Está muy de moda últimamente la fantasía baja (o low fantasy), en la que existe poca o ninguna magia, la raza humana es la única inteligente (con escasas excepciones), y los peligros tienen una naturaleza más mundana. La Primera Ley, Canción de Hielo y Fuego o Those Above y Those Below son grandes ejemplos de literatura fantástica moderna donde todo lo anterior es cierto. El universo de Kings of the Wyld está, en cambio, lleno a rebosar de magia. No sólo los magos existen (por lo que Eames apunta, al menos de varios tipos), sino que hay monstruos y criaturas fantásticas a tutiplén. El parecido se puede establecer mejor con Reinos Olvidados (u otros mundos de Dungeons & Dragons) que con Juego de Tronos. Eames claramente ha leído y releído más de un bestiario y ha plagado las tierras con multitud de peligros de naturaleza sobrenatural. 

De hecho, la creación y objetivo principal de las bandas es defender los asentamientos humanos de estas criaturas e ir expulsándolas y exterminándolas. Aquí se plantea otro de los grandes temas subyacentes de la novela: las criaturas no humanas. Eames propone en Kings of the Wyld un interesante dilema sobre los derechos de los que carecen criaturas distintas de las razas consideradas inteligentes (que son la humana y pocas más). Kobolds, goblins, gorgonas y otros seres pueden llegar a vivir en ciudades humanas, pero con un estatus poco por encima de esclavos. ¿Es esto justo? He de reconocer que no es algo que haya visto planteado demasiado en las novelas de fantasía (a bote pronto estaba recordando Vencer al dragón e Historias de Terramar, pero esos derechos se limitan principalmente a los dragones y no a su integración en la sociedad humana, sino simplemente en su derecho a la vida). Eames engloba no sólo a las razas inteligentes, sino a lo que clásicamente se han considerado monstruos, que no es más que una denominación discriminatoria de ‘animales’ o incluso simplemente ‘seres’. ¿No tiene derechos una serpiente? ¿O un tiburón, por peligroso que sea? Sobre todo cuando es el ser humano el que invade su hábitat, destruye su modo de vida y, si puede, acaba con su existencia.

Dicho esto, el libro sí que tiene algunos rasgos característicos de esta corriente grimdark: un mundo crudo y algo más realista que se aleja de los tópicos de la fantasía clásica y una sociedad falible y en la que no se puede confiar. Durante el tiempo desde que se disolvió Saga hasta el comienzo de la novela, no todo ha ido bien para los personajes. La vida es dura y siempre encuentra la manera de decepcionarte.

Kings of the Wyld es totalmente autoconclusivo y cuenta una historia que queda bastante atada de principio a fin. Aunque ya está anunciada Bloody Rose, esta segunda novela, ambientada en el mismo mundo, tiene otros personajes que serán los protagonistas y compartirá algunos secundarios. Posiblemente sea recomendable leer Kings of the Wyld para poder disfruar de Bloody Rose, pero si cuando termines la lectura de la primera no te apetece continuar, no te va a dar la sensación de que te has quedado a medias.

Yo ya he marcado el 10 de julio en mi calendario y me haré con una copia de Bloody Rose a su salida (aunque como el Celsius 232 empieza ese mismo 10 de julio, y ésa sí que es una cita ineludible, la novela de Nicholas Eames tendrá que esperar algunos días).

No hay comentarios:

Publicar un comentario