A Odo le hubiese gustado que la elegante costumbre de cubrirse la cabeza con un sombrero nunca hubiera pasado de moda para así poder, tras haber terminado de leer El mapa del cielo de Félix J. Palma y haber disfrutado del maravilloso relato de tantos prodigios y aventuras, quitarse el suyo tanto literal como metafóricamente y, con gesto reverente, rendir justo homenaje al escritor sanluqueño.
Comoquiera que tal complemento no forma ni ha formado nunca parte de su atuendo y que en su armario no se encuentran bombín ni chistera algunos, ni siquiera un exótico, pero posiblemente más adecuado, salacot, Odo resuelve tomar una vía alternativa pero seguramente más práctica. Con el manuscrito aún abierto por su última página, o más bien debiera decir (puesto que Odo es aquellos que desdeñando los atractivos del olor del papel ha abrazado los tiempos modernos sin mirar atrás) con el futurista artilugio que le sirve de biblioteca inagotable mostrando los últimos bits de la historia, Odo comienza a escribir unas líneas.
Dejémoslo en la intimidad unos momentos, mientras piensa y repiensa, mientras escribe, borra y vuelve a escribir, para poner en situación esta escena. Quizá tú, querido lector, seas, como Odo, de los que descubrieron a Félix J. Palma con El mapa del tiempo. Si es así, comprenderás y compartirás su excitación al volver a encontrar a tantos personajes conocidos y al volver a disfrutar esa maravillosa prosa, quizá un poco más reposada aquí. Y, sobre todo, entenderás que Odo, amante ante todo, y como el propio Palma, de los buenos libros, se haya emocionado con este continuo homenaje al oficio de narrador, al arte de contar historias.
Comoquiera que tal complemento no forma ni ha formado nunca parte de su atuendo y que en su armario no se encuentran bombín ni chistera algunos, ni siquiera un exótico, pero posiblemente más adecuado, salacot, Odo resuelve tomar una vía alternativa pero seguramente más práctica. Con el manuscrito aún abierto por su última página, o más bien debiera decir (puesto que Odo es aquellos que desdeñando los atractivos del olor del papel ha abrazado los tiempos modernos sin mirar atrás) con el futurista artilugio que le sirve de biblioteca inagotable mostrando los últimos bits de la historia, Odo comienza a escribir unas líneas.
Dejémoslo en la intimidad unos momentos, mientras piensa y repiensa, mientras escribe, borra y vuelve a escribir, para poner en situación esta escena. Quizá tú, querido lector, seas, como Odo, de los que descubrieron a Félix J. Palma con El mapa del tiempo. Si es así, comprenderás y compartirás su excitación al volver a encontrar a tantos personajes conocidos y al volver a disfrutar esa maravillosa prosa, quizá un poco más reposada aquí. Y, sobre todo, entenderás que Odo, amante ante todo, y como el propio Palma, de los buenos libros, se haya emocionado con este continuo homenaje al oficio de narrador, al arte de contar historias.
—Oh, bueno… los libros me mantienen vivo —improvisó.
—¿Los libros?
—Sí, leer es lo único que me produce placer, y hay tantos libros que leer todavía… Solo por eso merece la pena seguir vivo.
Yo que, en lo que a esta escena respecta, todo lo sé, puedo decir que, aunque El mapa del tiempo siga siendo su favorito, Odo disfrutó leyendo esta novela como sólo se disfruta de esos libros que se ganan un pequeño rinconcito en el corazón. Y puedo atestiguar que, durante toda la lectura de la tercera parte de El mapa del cielo, la sonrisa no se desdibujó nunca de sus labios. Una sonrisa que sólo puede entender el que ama la literatura fantástica por encima de cualquier otra clase de historia:
Tras leer cientos de novelas de todas las clases, había descubierto que solo aquellas que escondían entre sus páginas algún elemento fantástico eran capaces de estremecer su mente con un chispazo de placer inexplicable, una suerte de resplandor solo equiparable al que le provocaba el orgasmo. Ignoraba el motivo por el cual el resto de las historias no lograban producirle aquella sensación, y no comprendía que hubiera personas inmunes a ella.
Y también sé que a Odo las nuevas aventuras de Wells y de Murray, de Emma y del capitán Shackleton le han sabido a muy poco y ya está deseando leer una nueva entrega de esta Trilogía Victoriana. Intuyo que, además de un sombrero, a Odo le gustaría poseer una máquina del tiempo para poder estar más cerca del momento de la publicación de esa novela.
Pero veamos qué ha sucedido con Odo mientras nosotros nos distraímos con nuestras disquisiciones. Parece que ha terminado su tarea. Quizá, si nos acercamos lo suficiente, podamos leer lo que ha escrito:
A Odo le hubiese gustado...
Estupenda reseña. Justísimo homenaje a Félix J. Palma y su estupenda novela. Yo la disfruté enormemente, al igual que tú, Odo. Y también estoy de acuerdo, como ya te comenté, en que me resultó un poquito inferior a "El mapa del tiempo". Pero es que, a veces, superarse es muy difícil. Sobre todo cuando el listón estaba tan, tan alto.
ResponderEliminar¡¡Saludos!!
P.D. Me muerdo los codos esperando la tercera parte...
Gracias por el comentario y por la alabanza, Sergio.
ResponderEliminarEs un poco lo que ya habíamos hablado en persona. Muy buena novela, aunque "El mapa del tiempo" está un puntito por encima.
Tú que sabes de esas cosas, a ver si construyes una máquina del tiempo y nos vamos juntos al futuro a la publicación de "El mapa del ..." :)
Genial reseña ;)
ResponderEliminarEn mi universo personal llevas bombín, por cierto.
¡Gracias! Me alegro de que te haya gustado.
ResponderEliminarY sobre los universos alternativos, en realidad llevo sombrero (de distintos tipos) en una infinidad no numerable de ellos. Pero como forman un conjunto de medida cero no creí necesario mencionarlo :)
WaOooOO!!
ResponderEliminarLa reseña me ha parecido maravillosa, asi que mis mas sinceras felicitaciones. :)
Estoy esperando el momento propicio para rendir justo homenaje a la novela y disfrutarla en toda su extensión (amos, unos días de vacaciones para no tener que leerla en el bus) :)
¡Muchísimas gracias! Me alegro mucho de que te haya gustado :)
ResponderEliminarY sí, creo que "El mapa del cielo" es una novela que se disfruta más leyéndola reposadamente, así que haces bien en reservarle un tiempo largo.