lunes, 26 de enero de 2015

Tommy Black and the Staff of Light, de Jake Kerr, y Gustav Gloom and the People Taker, de Adam-Troy Castro


Banda sonora de la reseña: Sugiero leer esta reseña escuchando el tema principal de la película La novia cadaver, de Tim Burton (Spotify, YouTube).

He querido hacer una reseña conjunta de Tommy Black and the Staff of Light, de Jake Kerr, y de Gustav Gloom and the People Taker, porque son dos novelas que tienen bastantes características en común, a pesar de que también tienen algunas diferencias fundamentales. Ambos son libros orientados al público juvenil, escritos por autores que se prodigan normalmente en el mercado de lectores adultos. Ambos son parte de una serie. Y en ambos, curiosamente, las sombras tienen un papel importante.

Sin embargo, prácticamente en ese punto se terminan las similitudes y comienzan las diferencias, especialmente en cuanto a calidad e interés se refiere. Y, en esos aspectos, tengo que decir que el claro ganador es el libro de Castro.

No hay nada fundamentalmente erróneo en cuanto a la trama y el universo que Kerr imagina para Tommy Black. Es una más de las historias más o menos clónicas de Harry Potter que se han ido publicando en los últimos años: un joven elegido, huérfano, que no sabe que posee poderes mágicos pero que se ve forzado a irlo descubriendo repentinamente. Nada del otro jueves en cuanto a originalidad, pero perfectamente correcto y un buen punto de partida si se le da el tratamiento adecuado. El autor incluso aporta algún elemento que se sale de lo convencional, principalmente a través de un personaje femenino que sirve para poner de manifiesto los prejuicios existentes en ese mundo en cuanto a la práctica de la magia. También resulta interesante el papel cambiante de la vara del título, que va de la mano del descubrimiento de los poderes mágicos del protagonista y que imagino dará mucho juego en posteriores entregas.   

El gran problema de Tommy Black and the Staff of Light es que el estilo de escritura es bastante pobre. Supongo que es un efecto buscado por dirigirse a un público juvenil, ya que en los relatos de Kerr que he tenido oportunidad de leer la prosa era más que adecuada, incluso sugerente como en el caso de algunos pasajes de la muy recomendable "Biographical Fragments of the Life of Julian Prince". Pero en este libro el autor no sólo incumple constantemente la regla de oro del show, don't tell, sino que en algunas ocasiones despacha en apenas dos frases algunas escenas de primordial importancia. Esto es es especialmente notorio en el desenlace del libro, que a causa de la parquedad de palabras empleada, pasa de potencialmente climático a completamente decepcionante. 

El caso de Gustav Gloom and the People Taker es diametralmente opuesto. Castro emplea un lenguaje muy cuidado, con frases tan largas que desafían a la gravedad y que, como decía una madre en una desesperada reseña de una conocida tienda online, hacen casi imposible utilizarlo para leérselo en alto a los niños antes de meterlos en la cama a no ser que uno tenga unos pulmones de nadador y unas cuerdas vocales capaces de sostener el puente de San Francisco. Personalmente es un estilo que me encanta, aunque me sorprende la confianza que el autor deposita en sus jóvenes lectores: a mí me costó acostumbrarme en un principio y tuve que releer algunos párrafos en más de una ocasión.

Otro punto de contraste con respecto al libro de Jake Kerr es que Castro renuncia explícitamente a la idea del elegido, tropo que, como ha manifestado en alguna ocasión, considera terriblemente reaccionario (opinión con la que coincido en gran medida). Así, Gustav Gloom se asemeja mucho más a un personaje de la Familia Adams que a un Harry Potter o un Percy Jackson.

Por lo demás, en Gustav Gloom and the People Taker encontraremos muchos de los elementos habituales en la obra de Adam-Troy Castro: una dosis de terror (adaptada en este caso al público infantil-juvenil), muchas gotas de humor y una gran imaginación. La trama quizá sea excesivamente sencilla durante la mayor parte del trayecto, lo que le hace perder algunos enteros, aunque la escena final es francamente divertida y hace confluir casi todos los elementos introducidos con anterioridad de manera satisfactoria. No es, ni mucho menos, la obra cumbre de la producción del autor, pero cumple su propósito más que sobradamente y, lo que es mejor, lo hace con una indiscutible personalidad propia (sensación apoyada, por supuesto, por las excelentes ilustraciones de Kristen Margiotta, que recuerdan un poco a Tim Burton).

No creo que haga falta decir mucho más para que quede claro que pienso que Tommy Black and the Staff of Light es una lectura de la que se puede prescindir perfectamente, sobre todo a la vista de las muchas alternativas de tema similar que uno se encuentra en las estanterías actualmente. Es posible que le dé una oportunidad a la siguiente entrega de la serie, pero no estoy precisamente conteniendo el aliento hasta que se publique. Gustav Gloom and the People Taker, por el contrario, me ha dejado un grato sabor de boca (que, por cierto, ha ido mejorando una vez pasado un tiempo desde que terminé de leerlo) y sin duda continuaré leyendo la saga, que este año alcanzará su quinto volumen (y espero que acumule muchos más en el futuro).      

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