lunes, 6 de marzo de 2017

New York 2140, de Kim Stanley Robinson

Banda sonora de la reseña: Sugiero leer esta reseña escuchando New York, New York en la versión de Frank Sinatra (Spotify, YouTube).

Kim Stanley Robinson es un autor con el que no termino de conectar del todo, pese a su fama, a sus numerosos premios y a las efusivas críticas que suelen acompañar a la publicación de cada una de sus novelas. Es cierto que no he leído aún la famosa Trilogía de Marte, pero tanto con Icehenge como con 2312 (y con algunas partes de Aurora) me aburrí soberanamente. De hecho, el libro del autor del que mejor recuerdo guardo (sin tampoco parecerme una obra maestra, ni mucho menos) es La playa salvaje, que publicara Júcar en Etiqueta Futura hace casi treinta años. 

El comienzo de esta nueva novela es muy potente y durante la primera mitad de New York 2140 pensé en más de un momento que este iba a ser, finalmente, el libro que me reconciliara con el autor. Lo primero que llama la atención es la estructura de la historia, compuesta de ocho partes, divididas a su vez en varios capítulos. Cada uno de estos capítulos está dedicado a un personaje o personajes y tiene una técnica narrativa diferente: tercera persona limitada, artículo de opinión, narración en primera persona, diálogo entre personajes casi como si fuera una obra de teatro… Estos cambios de personaje y de forma narrativa funcionan perfectamente para presentar tanto a los protagonistas como el mundo en el que se desarrolla la historia, consiguiendo rápidamente un efecto de “el todo es mayor que las partes”. 

Otro aspecto positivo es que en estos primeros capítulos se plantean una serie de subtramas variadas y todas ellas interesantes, con una promesa implícita de que van a ir conectándose según avanza la historia: la desaparición de Mutt y Jeff, la búsqueda del tesoro por parte de Stefan y Roberto, la oferta de compra del edificio del MetLife, la migración de los osos polares… Cada una de estas líneas argumentales es interesante en sí misma y avanza a muy buen ritmo. 

El worldbuilding es también destacable, con una visión de la situación tras una catástrofe global que se aleja del habitual enfoque pesimista y destaca la capacidad de adaptación de las personas para seguir adelante incluso en las situaciones más adversas. Además, la forma en que se ha desarrollado la sociedad resulta verosímil y atractiva. En este sentido, también es muy interesante la forma en que se presenta la ciudad de Nueva York, tanto con flashbacks puntuales que nos muestran fragmentos curiosos de su historia, como en la proyección hacia futuro que se hace de la “personalidad” de la ciudad.

Sin embargo, una vez alcanzada aproximadamente la mitad de la historia, la novela empieza a hacer aguas por todos lados y a hundirse lenta, pero inexorablemente. Muchas de las tramas se vuelven irrelevantes, poco creíbles o pierden el interés, además de que muchas de ellas se resuelven por casualidades casi injustificables. Por ejemplo, los capítulos de Amelia Black, aunque son entretenidos de leer, rompen completamente con el tono y tema del resto del libro y apenas aportan nada al desarrollo de la historia. Podrían, perfectamente, ser eliminados sin casi impacto en el resultado global, algo que ocurre también con otras subtramas y personajes.  

Quizá peor es el hecho de que la parte final de la historia resulta en excesivo ingenua. Por ejemplo, pese a que hay algunos sucesos que deberían ser terribles, casi no se consideran sus implicaciones. Además, situaciones que parecían muy complicadas se resuelven de repente de manera facilísima, dando lugar a profundos cambios a nivel social y económico, sin apenas consecuencias negativas ni resistencia por parte de las partes afectadas. 

Otro problema es que, aunque la situación se sitúa en el año 2140, la sensación es de que realmente hay muy pocas diferencias (tecnológicas, sociales, políticas…) con respecto a la época actual. Hay algunos avances en materiales de construcción, pero apenas se notan desarrollos en temas de comunicación, por ejemplo. Además, la mayor parte de los países, ciudades, partidos políticos… siguen existiendo tal cual los conocemos hoy en día, a pesar de las enormes catástrofes globales que han asolado el planeta. Todo esto sería mucho más creíble si en lugar de ocurrir en 2140 todo sucediera en 2040, pero esos cien años de Historia no se reflejan en forma alguna en el libro. 

Por si todo esto fuera poco, en esta segunda mitad del libro también se pierde el ritmo ágil que tenían los primeros capítulos y el autor vuelve a caer en parte en su habitual abuso del infodump, de las anécdotas irrelevantes y de la prosa plomiza.

En definitiva, y a pesar de un muy prometedor comienzo, mucho me temo que New York 2140 se une a la lista de libros de Kim Stanley Robinson que considero perfectamente prescindibles (y ya van unos cuantos). A ver si con su siguiente novela (si es que me atrevo) consigue finalmente convencerme completamente.

5 comentarios:

  1. El único libro suyo que he intentado leer fue Aurora y lo dejé cuando llevaba unas cien páginas. Me resultó soporífero. De momento no me acercaré más hasta ver si un día me apetece darle otra oportunidad con Marte Rojo.

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  2. Hola :) Nunca he leído al autor. Tiene algo que a mi no me acaba de llamar. Con Aurora ya me paso, ni siquiera me apetecía leerlo tras disfrutar de Seveneves. Y pues con esta otro tanto de lo mismo. Me llama la peculiar estructura que mencionas, pero nada más la verdad. Si quizás me leería Chamán que se va publicar ahora en breve, pero por que la sinopsis quizás me atrae un poco más, o como tu dices, su famosa trilogía. Un abrazo^^

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  3. Otro más del Sr. Robinson al que no me acerco ni con un palo. Solo he leído suyo Marte Rojo y la mitad de Marte Verde y tengo lejano el recuerdo, pero me parece que esta crítica podría aplicarse perfectamente a aquellas. Parece tener los mismos defectos en todas sus obras.

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  4. Yo de tí me alejaría permanentemente de Kim Stanley Robinson. Vivirás más y más a gusto XD

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  5. En mi caso solo puedo decir que la trilogía de Marte me gustó, si que en general siempre le sucede lo mismo, tienen grandes inicios pero poco oficio para seguir luego. Para mi solo se salva la trilogía de Marte y con salvedades.

    Hace tiempo que es el único escritor que no compro por sistema en CIFI y es el único que tiene ese mérito en mi caso.

    Sld.

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