jueves, 4 de diciembre de 2014

My Real Children, de Jo Walton

Banda sonora de la reseña: Sugiero leer esta reseña escuchando Un ramito de violetas, de Cecilia (Spotify, YouTube).

Among Others (publicada en España como Entre extraños), de Jo Walton, ha sido una de las novelas de literatura fantástica más exitosas de los últimos años. Por ello, me sorprendía bastante que apenas se oyera hablar de My Real Children, la novela que la autora ha publicado este mismo año. Decidido a comprobar por mí mismo la causa de que este libro no haya funcionado, ni mucho menos, tan bien como el anterior, he encontrado una razón tan convincente como poderosa: es un soberano coñazo bastante aburrido.

La premisa de partida, sin embargo, es brillante. Patricia es una anciana aquejada de principios de demencia, lo que hace que su memoria sea muy poco fiable. Lo curioso del caso es que sus recuerdos no son borrosos, no. Ella recuerda perfectamente, pero el problema es que recuerda dos vidas diferentes y sólo una de ellas puede ser la correcta, ¿verdad?

Este planteamiento me recuerda ligeramente a la ambiciosa How To Live Safely in a Science Fictional Universe, de Charles Yu. Si en aquella novela el viaje en el tiempo era una metáfora del remordimiento, en My Real Children los universos alternativos se entrelazan con la enfermedad mental (un tema ya abordado en Among Others, por cierto), dejando siempre dudas de qué es real y qué no e, incluso, de si la novela se puede clasificar dentro del género fantástico. 

La narración, tras un capítulo situado en el presente con Patricia ya anciana, consiste en un prolongado flashback en el que se nos cuenta(n) la(s) vida(s) de la protagonista. En un determinado momento se produce una bifurcación, muy al estilo de lo que sucede en Sliding Doors (Dos vidas en un instante), la película protagonizada por Gwyneth Paltrow, y los capítulos de las dos versiones paralelas de Patricia se van presentando alternativamente, cubriendo periodos de tiempo más o menos similares y ofreciéndonos el contraste entre una vida y otra. El foco principal se mantiene en la protagonista, pero de vez en cuando también se nos muestran las diferencias entre los acontecimientos históricos de los dos mundos, acercando la novela al género de la ucronía. 

A mi modo de ver, el libro tiene dos graves problemas. El primero es que cae continuamente en un burdo maniqueísmo. Los contrastes entre las dos posibles vidas de Patricia son, en su mayoría, de los de blanco o negro, bueno o malo, sin apenas gradación intermedia. Walton no disimula nada su intención aleccionadora, con una falta de sutileza que resulta demasiado paternalista. Además, muchos de los personajes son estereotipos desgastados: el homosexual reprimido, la estrella del rock adicta a las drogas, la esposa ninguneada por su marido, la hija guapa y rebelde... 

Pero el segundo problema es aún peor. Y es que el libro, tras un inicio prometedor, se vuelve rápidamente aburrido y anodino. Las dos vidas de Patricia son una acumulación de las consabidas desgracias (el accidente que deja postrada a una persona, las muertes por cáncer, los abortos espontáneos...) y de los pequeños triunfos de dos existencias de lo más cotidianas y que, a mí, personalmente, no han conseguido interesarme.

Además, la narración adopta por momentos un tono de redacción de colegio, con descripciones "in excruciating detail" de hechos triviales y muletillas como "dos semanas después" o "al año siguiente" sucediéndose página tras página, lo que sólo contribuye a aumentar la sensación de tedio. Valga como muestra un pequeño fragmento que ilustra perfectamente lo que es una buena fracción de la novela:
Before Tasmin was born, Trish had made Mark's old study into a nursery, and Helen moved into the room next to it, which had been Doug's. Trish maintained a bedroom for each of her children though now they were seldom all at home except at Christmas.
That Christmas, Sophie was coming to visit. Trish drafted Kevin to help move beds. There was a double bed in her room, which she wanted put in George's room down the corridor, while George's old single bed would do for her. Lifting her end of the double bed she felt a sharp pain in her chest and left arm and hat to sit down. "I think I've strained something," she said, weakly.
No dudo que esta profusión de detalles sobre la vida doméstica de mediados del siglo XX consiga llevar al éxtasis a los amantes de la novela costumbrista. Pero este humilde lector, tras comprobar que los hechos narrados (incluida la dolencia de Trish al intentar mover la cama) tienen una trascendencia nula en el posterior desarrollo de la historia y, de hecho, se cortan y olvidan sin solución de continuidad, no puede menos que preguntarse con qué propósito fueron incluidos. Y, como estos, una infinidad más que se acumulan capítulo tras capítulo.

My Real Children me parece una novela totalmente prescindible, que toma una idea potencialmente interesante y la transforma en una historia completamente insulsa. Es más, pienso que el tema no daba para mucho más que una novela corta y, aunque el libro no es especialmente largo, la obsesión de rellenar página tras página juega totalmente en su contra. Por todo ello, me temo que no puedo recomendar My Real Children en ninguna de mis posibles vidas paralelas.  

4 comentarios:

  1. Seguro que en algún universo parelelo Odo tiene un blog de novelas costumbristas y ensalza esta novela, :-)
    Una pena que el libro pierda fuelle a medida que avanza, porque la premisa de partida, sin ser originalísima, parecía muy interesante.

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    1. Estaba pensando lo mismo que tu, Koreander, cuando Odo ha dicho lo de sus posibles vidas paralelas. En una de ellas Odo estudió filología inglesa y es profesor de universidad, mientras que en sus ratos libres debate la lírica y el estilo de la nueva novela costumbrista del siglo XIX.

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    2. Físicamente imposible también.

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  2. No, no, la teoría del muchiverso establece claramente que sólo existen los universos que son físicamente posibles. Eso que planteas, obviamente, sería una contradicción lógica de primer orden.

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