Puesto que mañana comenzaremos Shadow Ops: Control Point de Myke Cole, la segunda lectura grupal de #cifituits, he pensado que sería interesante rescatar una reseña de un libro en el que la magia también es protagonista principal. Han pasado ya 6 años desde que la publiqué en Estacion de Nieblas, por lo que algunos datos están desfasados. Todo lo demás me sigue pareciendo relevante, así que os dejo con ella.
Jonathan Strange and Mr. Norrell es la primera novela de Susanna Clarke. Fue publicada el año pasado en Estados Unidos y Gran Bretaña con un impresionante éxito de crítica, público y ventas. Su último logro ha sido la nominación para los premios Hugo 2005. Además, también ha sido nominada para los premios de la BFSA (Asociación Británica de Ciencia Ficción), ha sido elegida tanto por los editores como por los lectores de SFSite (www.sfsite.com) como la mejor novela del año 2004 y Neil Gaiman ha dicho de ella que es "incuestionablemente la mejor novela inglesa de fantasía de los últimos 70 años".
Jonathan Strange and Mr. Norrell es la primera novela de Susanna Clarke. Fue publicada el año pasado en Estados Unidos y Gran Bretaña con un impresionante éxito de crítica, público y ventas. Su último logro ha sido la nominación para los premios Hugo 2005. Además, también ha sido nominada para los premios de la BFSA (Asociación Británica de Ciencia Ficción), ha sido elegida tanto por los editores como por los lectores de SFSite (www.sfsite.com) como la mejor novela del año 2004 y Neil Gaiman ha dicho de ella que es "incuestionablemente la mejor novela inglesa de fantasía de los últimos 70 años".
Con estas impresionantes cartas de presentación la pregunta natural
es: ¿realmente es tan buena esta novela? La respuesta breve y concisa es
que sí. Pero no nos quedemos con respuestas fáciles y analicemos un
poco más lo que nos podemos encontrar en Jonathan Strange and Mr. Norrell.
Desde el primer momento, queda claro que el eje fundamental de la
historia es la magia. Una magia que, en la Inglaterra de principios del
siglo XIX, ha dejado de practicarse, aunque no de estudiarse. Y esto es
así hasta que aparece en escena Mr. Norrell, uno de los protagonistas
principales de la novela. Mr. Norrell es un hombrecillo solitario, que
vive retirado en su casa del campo y que ha acumulado a lo largo de los
años una enorme biblioteca de libros sobre magia. Estudiándolos
concienzudamente, ha conseguido volver a poner en práctica muchos de los
conjuros y hechizos que hacía siglos que no se llevaban a cabo. Mr.
Norrell es el único mago practicante en Inglaterra. Hay muchos magos teóricos, muchos estudiosos de la magia, pero sólo Mr. Norrell es capaz de hacer
magia. ¿Sólo Mr. Norrell? Eso parece, hasta que Jonathan Strange
demuestra que él, con menos estudios pero quizá con más talento natural,
también es capaz de practicar la magia. Mr. Norrell acepta, con ciertos
recelos y reparos, a Jonathan Strange como alumno y ambos entran al
servicio del gobierno, especialmente como ayuda en la guerra contra
Napoleón y los franceses. Desde ese momento, la historia gravita en
torno a la relación de estos dos magos y, sobre todo, a su relación con
la magia.
La magia, siempre la magia. Porque la magia es un componente
fundamental de la historia de Inglaterra, un elemento que ha configurado
desde siempre sus tradiciones, su cultura e incluso su política. Según
avanza el libro, el lector se va sumergiendo en este ambiente mágico que
impregna todas las cosas y, muchas veces a través de notas a pie de
página, va descubriendo al misterioso Rey Cuervo, a las hadas y duendes,
a los grandes magos que marcaron una época. Y, sobre todo, va
descubriendo que lo que Susanna Clarke ha tejido en esta novela es una
historia alternativa, en la que la magia es el elemento que ha
transformado y sigue transformando Inglaterra. Una Inglaterra que se ha
distanciado de aquella que nosotros conocemos para entrelazarse
íntimamente con la historia y la cultura de ese otro misterioso país, el
país de las hadas y los duendes, de los seres mágicos por naturaleza.
Quizás el aspecto que más llama la atención con respecto a otras
novelas que tratan el tema de la magia (véase, por ejemplo, la serie de
Harry Potter, con la que la novela de Clarke ha sido comparada una y
otra vez, aun sin tener demasiado en común) es el realismo. La autora
declara haber tenido la intención de hacer que la magia pareciera algo
posible. En sus propias palabras, "algo tan real como la magia en la
trilogía de Terramar de Ursula K. Le Guin". Por ello, en el libro son
pocas las grandes manifestaciones mágicas, aunque hay algunas realmente
espectaculares, como la gran demostración de Mr. Norrell en la catedral
de York o el bloqueo marítimo a los franceses mediante barcos
construidos con agua (dos de los capítulos más impresionantes de toda la
obra). Y es que la magia es una disciplina que requiere un arduo
estudio, aparte de una cierta habilidad innata. La magia es algo
intrínsecamente difícil. Y, por tanto, no es algo que siempre
funcione. Hay muchos hechizos que parecen inútiles, que no alcanzan el
propósito deseado, que no se dominan totalmente. A lo largo de la
novela, vamos asistiendo al desarrollo de las habilidades mágicas de los
dos protagonistas, a sus éxitos y a sus fracasos, a sus descubrimientos
e investigaciones. Muchas veces su compresión de lo que hacen es
incompleta, y precisamente eso es lo que constituye uno de los núcleos
de la historia: por un hechizo precipitado entra en juego un nuevo
personaje que hará que muchas cosas cambien de rumbo...
Pero en Jonathan Strange and Mr. Norrell no todo es la
magia. Fundamentalmente, la novela es un retrato de una sociedad y, como
tal, está llena de detalles costumbristas muy al estilo de Jane Austen
(no en vano la autora reconoce que su novela favorita es Emma).
Esta cuidada ambientación se entremezcla con el ambiente mágico, con
las preciosas ilustraciones de la edición inglesa y con un fino sentido
del humor y de la ironía, para construir una historia que se degusta
línea a línea. Porque éste no es un libro para leer con prisa. Es un
libro largo (casi 800 páginas en inglés), que merece ser disfrutado con
calma, dejándonos sumergir en esa historia alternativa de la Inglaterra
mágica del siglo XIX.