¡Hágase la oscuridad! de Fritz Leiber es uno de los clásicos que a principio de año me propuse leer y reseñar. Y, la verdad, ha sido una más que grata sorpresa en muchos aspectos.
En primer lugar, se trata de una obra que pese a tener ya 70 años ha envejecido muy dignamente. Incluso la tecnología imaginada por Leiber mantiene el tipo (compárese, por ejemplo, con los gigantescos ordenadores de válvulas de vacío sobre los que otros autores escribían en esa misma época). De hecho, me sorprendió especialmente el uso de un arma que bien podría considerarse como antecesora de los sables-luz de La guerra de las galaxias:
En primer lugar, se trata de una obra que pese a tener ya 70 años ha envejecido muy dignamente. Incluso la tecnología imaginada por Leiber mantiene el tipo (compárese, por ejemplo, con los gigantescos ordenadores de válvulas de vacío sobre los que otros autores escribían en esa misma época). De hecho, me sorprendió especialmente el uso de un arma que bien podría considerarse como antecesora de los sables-luz de La guerra de las galaxias:
Como dos espadachines de la antigüedad, el brujo y el diácono iniciaron un duelo singular. Las armas eran dos interminables hojas de un color violeta incandescente, pero la técnica era la de dos maestros de esgrima: fintas, estocadas, paradas, respuestas fulgurantes.
Otro aspecto destacable de ¡Hágase la oscuridad! es su concisión y brevedad. Es una novela ágil y dinámica, que se puede leer tranquilamente en dos o tres días. Sin continuaciones innecesarias. Sin relleno. Sin situaciones alargadas artificialmente. Algo de lo que, sin duda, podrían y deberían aprender muchos autores (y editores) actuales.
Esta brevedad, además, no afecta en nada al desarrollo de los personajes que, sin ser llegar a ser un profundo tratado de la psicología humana, están perfectamente dibujados. Sus acciones y motivaciones, en particular, resultan coherentes y están estupendamente trabajadas por el autor.
El worldbuilding es, también, más que adecuado. Leiber sitúa muy correctamente los pilares de un mundo en el que una religión basada en la tecnología es utilizada por una casta de elegidos para controlar a toda la sociedad, especialmente al inculto pueblo llano. Aún así, me hubiera gustado que el tema se hubiera explorado con más detalle, porque realmente da para mucho más, como demostró años más tarde Roger Zelazny con El señor de la luz, obra que parece claramente deudora de este ¡Hágase la oscuridad!
En resumen, nos encontramos ante una novela ágil y divertida, que además incluye una buena dosis de especulación y que sigue resultando fresca a pesar del tiempo transcurrido desde su publicación. No se trata de una lectura imprescindible, pero sí de una que merece la pena rescatar y que, sin duda, puede ser del agrado de cualquier aficionado a la ciencia ficción.
Gracias por la reseña. No he leído nada de Leiber y ya va siendo hora de enmendar el error.
ResponderEliminarMe alegro de que e haya gustado la reseña. Me parece un libro muy interesante y un buen modo de comenzar con Leiber.
ResponderEliminarPues llego tarde a la reseña, pero no me quedo sin deciros que no he leído CF de Leiber. Sin embargo, tengo muy claro que si por algún sitio yo desearía que hubiese tirado la fantasía es por la línea de Fafhrd y el Ratonero Gris, unos 25 años anteriores a Enormes Secuelas De Longa Apreciación, mil veces más divertidos y un millón de veces mejor dibujados como personajes(magia aparte). Su herencia habría sido más rica, en mi humilde opinión.
ResponderEliminarPara mí, Leiber, con el aprecio que se le tiene, no está donde se merece y se merecería estar al menos en el mismo sitio que otro(s) autor(es) de fantasía.
Efectivamente, es una serie muy recomendable de espada y brujería. Por lo que he oído, hay algunas obras publicadas por Angry Robot que van en esa misma línea (Giant Thief y Crown Thief de David Tallerman). No las he leído, pero tienen pinta de ser entrenidas.
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