Pablo Bueno está on fire y lo demuestra, una vez más, con esta estupenda reseña de La mejor venganza, de Joe Abercrombie. ¡Espero que os guste!
Banda sonora de la reseña: Puesto que uno de los personajes principales de la historia es "La serpiente de Talins", Pablo no ha tenido otra opción que recomendar escuchar esta reseña escuchando Poison, de Alice Cooper (Spotify, YouTube).
Últimamente he
comentado que ya son varios los autores que disfruto más en su vertiente corta.
Me pasa con Sanderson, del que admiro su Elantris
o Nacidos de la Bruma, pero prefiero El alma del emperador o el
interesantísimo Legión. Aunque sean
obras muy distintas y, probablemente, más ligeras, pienso lo mismo de la saga
de los Reckoners, que se me antoja
divertidísima.
Algo similar
sucede con Abercrombie y su obra breve. Breve, perdón, al menos si enfrentamos
el libro que nos ocupa a la trilogía completa de La primera ley. Aunque dicha obra es para mí lo mejor que ha
escrito, por lo rompedora que se demuestra en distintos aspectos, creo que, si
intentamos ver la calidad de los libros como unidades autónomas, los que le
siguen son algo superiores. Libros que, por cierto, se pueden leer de forma
independiente.
En un orden
cronológico, La mejor venganza iría justo
después de los sucesos que se nos narran en La
primera ley. A continuación llegaría Los
héroes y a este le sucedería Tierras
Rojas. Todos ellos comparten universo, lugares e incluso personajes. Ese
es, para mí, uno de sus grandes atractivos: la posibilidad de observar las
cosas desde otro ángulo o de descubrir todo lo que los secundarios de
Abercrombie tienen que ofrecer. En mi opinión, el británico es uno de los
mejores escritores de fantasía creando personajes y en estos libros lo vuelve a
demostrar. En parte por esto mismo y por lo que comentábamos al comienzo de
esta reseña, estoy deseando hacerme también con su antología Filos mortales.
Pero pasemos
ya a comentar La mejor venganza y qué
mejor forma de hacerlo que en boca de uno de sus personajes: “Cuando construyes
tu vida alrededor de una sola cosa, cuando solo amas a una persona, cuando solo
tienes un sueño que alcanzar, te arriesgas a perderlo todo de golpe”.
Monzcarro
Murcatto, “Monza”, ha sido traicionada. Después de liderar victoriosamente la
compañía mercenaria de Las mil espadas durante años en favor de su patrón, el
duque Orso de Talins, este acaba a sangre fría con la vida de su hermano y,
supuestamente, con la de la propia Monza. Ese es el punto de partida de la
novela.
Y, con esa
premisa, surge el Abercrombie en estado puro que tanto me gusta: la historia (y
los personajes) están llenos de suciedad, de realismo, de intereses que guían sus
actos. La violencia no se hace de rogar y, cuando llega, comparte las
características que acabamos de enumerar, también la del interés. Todo ello,
por supuesto, aderezado con las voces extraordinariamente propias de cada
personaje a las que ya nos tiene acostumbrados el autor.
Hay dos
personajes, por encima de la propia Murcatto, que me han fascinado. Uno es
Escalofríos, el norteño que ya vimos en La
primera ley. Quizá por la progresión que va sufriendo, pero también porque
me lo encontré, ya muy cambiado, en Los
Héroes, que leí antes que este libro. Me ha gustado mucho descubrir de
dónde vino para entender adónde fue. El segundo es Nicomo Cosca, que también
conocimos en la trilogía. El borrachín más traicionero e impredecible del mundo
hace un enorme papel en esta novela: dice una cosa pero piensa otra; parece lo
que no es y al final muestra lo que realmente estaba sucediendo.
El elemento mágico,
como suele suceder en la obra de Abercrombie, tiene un interés y un
protagonismo muy secundarios. De hecho, casi parece estar ahí, sobre todo, para
que vislumbremos apenas el trasfondo tenebroso que subyace en los grandes
conflictos que asolan su mundo.
Pero, quizá,
destacaría con especial interés la construcción de la propia historia que se nos
plantea. No solo porque dibuja un círculo argumental perfecto, sino por el modo
hábil y sutil con que Abercrombie enlaza varias historias de venganza con la
que se entiende como principal.
A partir de
ahí, queda la impresión, totalmente subjetiva, de que se puede atisbar un
cierto análisis de la motivación real que pone motor a un sentimiento tan
humano como las ansias de venganza; de la satisfacción, o no, que queda cuando
se va consumando. Puede que el autor incluso se plantee qué es lo que realmente
nos hace felices, pese a estar tan alejado de la lágrima fácil como los osos
amorosos y los pasteles de merengue lo están de las tenazas con las que le
arrancaron los dientes a Glokta.
En definitiva,
creo que estamos ante otra muesca en el revolver grimdark de Abercrombie. La mejor venganza es un gran libro que
pueden disfrutar todos los amantes de la fantasía e incluso de la épica más
realista, sucia y adulta.