Banda sonora de la reseña: Sugiero leer esta reseña escuchando
God Bless You, Mr. Rosewater, de The Bodies
(
Google Play Music)
Laura Fernández es, sin duda alguna, una de las voces más reconocibles, originales y creativas del género fantástico (y, me atrevería a decir, de la literatura contemporánea) en español. Cualquiera que haya leído alguno de sus relatos o alguna de sus novelas, sabrá perfectamente a lo que me estoy refiriendo. Y si a eso le sumamos una imaginación desbordante y un tanto alocada y un surrealista sentido del humor, el resultado es que leer a Laura Fernández se convierte en una experiencia única.
Connerland, la nueva novela de la autora, nos ofrece todo lo que nos esperamos al abrir un libro suyo, pero en dosis aún mayores (algo que, como comentaré un poco más adelante, quizá juega ligeramente en su contra). El estilo de Laura Fernández brilla más que nunca. Frases de una sonoridad tal que es un delicia leerlas y que, además, comunican mucho de los personajes con muy pocas palabras ("Miranda Sherikov se ajustó sus miniguantes, respiró hondo, empujó el carrito de bebidas y se dijo que le hubiera gustado conocer a Jerry Dix cuando todavía era de carne y hueso" es una manera inmejorable de comenzar un capítulo, ¿no os parece?). Un uso prodigioso de las acotaciones, siempre al acecho, las repeticiones (¡esas repeticiones!), las cursivas y las onomatopeyas en mayúsculas (GASP). Y esa encantadora obsesión por los pequeños detalles (el pelo y el peinado de los protagonistas, por supuesto, y esas miles de variedades de cejas que podrían casi ser personajes en sí mismos) que hacen que las descripciones cobren vida propia.
Junto con este espectacular despliegue de estilo, en Connerland nos encontramos con muchos de los temas que obsesionan a la autora desde siempre. Los oficios extraños, los personajes que son perdedores y aún no lo saben (y a los que, sospecho, tampoco importaría mucho saberlo), las infidelidades conyugales, las omnipresencia de la cultura pop (inventada) y los escritores, siempre y por encima de todo los escritores, y todo lo que les rodea: agentes, editores, lectores... en todas sus variantes y colores.
Hasta aquí, podríamos simplemente resumir esta nueva novela diciendo que Connerland es Laura Fernández siendo más Laura Fernández que nunca. Y podría terminar mi reseña en ese punto. Sin embargo, tengo, en conciencia, que dedicar algunas líneas a ese "más que nunca", porque me parece especialmente relevante a la hora de evaluar la obra.
Connerland es una novela que comienza de forma espléndida y que me tuvo enamorado hasta más allá de la mitad de sus páginas. Sin embargo, llega un momento, especialmente en su último tercio, en el que el libro pierde un poco de su fuelle. El estilo, aunque me parece sobresaliente, pierde parte de su novedad. El elenco de personajes crece de tal forma que resulta difícil seguirlos a todos. Y, sobre todo, la trama no acaba de concretarse como debería. Una trama que, nunca del todo definida, acaba por perderse entre tanto personaje (ligeramente) psicótico y tanta ida y venida y que hace que sea difícil mantener el interés como al principio. Quizá si la longitud de la novela (una de las más extensas de la autora hasta la fecha, si no me equivoco) fuera un poco menor, sería un detalle más perdonable, pero no he podido quedarme con un sabor de boca agridulce al ver que los últimos capítulos se me hacían un poco cuesta arriba.
En resumen, un libro que hace muchas cosas muy bien pero que no puedo considerar del todo exitoso quizá por excesivo en algunos de sus elementos y demasiado escaso en otros. Si conocéis la obra de Laura Fernández y sois fans de la autora, es un libro que tenéis que leer. Sin duda. Si no, me atrevería a decir que quizá no es la mejor novela con la que empezar a conocerla porque podéis llegar a quedar un poco empachados.